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Historia de Tyris Flare – *La Princesa Amazona #3* : "Los Vampiros de Nordúm"

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Historia de Tyris Flare – *La Princesa Amazona #3* : "Los Vampiros de Nordúm"  
 


Historia de Tyris Flare – *La Princesa Amazona #3* : "Los Vampiros de Nordúm" Tyris_12

     

 
Autor: capc

1.- La historia que van a leer a continuación no está dentro del canon oficial del personaje de la franquicia de Golden Axe de la Co. SEGA.

2.- Todos los derechos reservados y demás pertenecen a la compañía/persona que ha creado al personaje o personajes, imágenes y demás que se mencionan en estas historias fabricadas por mi persona.  

3.- Son historias que comparto sin fines de lucro, solo para mostrarles mi arte a las personas que les gusta este mundo de los bárbaros y amazonas de la época antigua.    



Personajes/Lugares creados por mi persona (capc):
Agñugas : Son flores de colores amarillas y lilas que encierran veneno.
Akanán : Es el Jefe del grupo de aventureros del gremio de Sylekha –Trymas.
Alaisa : Es una Doncella raptada por criaturas de la noche de las tierras de Nordúm.
Bálmajos : Así se le llama a los jardines del castillo de Nordúm.
Camaleón de Vapras : Es una serpiente que se disfraza del color de la madera de los árboles.
Dágravaz : Así se les conoce a los vampiros que toman la forma del hombre.
Dyanna : Así se la conoce a Tyris en la región de Akavan.
Esteffania : Es la esposa del gran Vampiro del castillo de Nórdum.
Gárdyzas : Son enormes criaturas sombrías que cuidan una de las salas del castillo de los Dágravaz.
Grobun : Es uno de los miembros del grupo de aventureros del gremio de Sylekha –Trymas.
Natushkha : Es una de las criaturas con forma de mujer del castillo de las tierras de Nordúm.
Nordúm : Tierras en donde queda el castillo de los vampiros.
Orhike : Es uno de los miembros del grupo de aventureros del gremio de Sylekha –Trymas.
Stingel : Es uno de los miembros del grupo de aventureros del gremio de Sylekha –Trymas.
Sylekha : Es el hogar en donde se encuentra la bella amazona Tyris.
Sylekha –Trymas : Es el nombre del grupo de aventureros de Dyanna Tyris.
Tírass : Son tierras en donde los aventureros adquirieron una raro mal en la piel.
Titus : Es una de las criaturas con forma de hombre del castillo de las tierras de Nordúm.
Trymas : Es un grupo de aventureros en el que se une en aventuras la amazona Tyris que luego terminaría llamándose Sylekha –Trymas.
Vadarán : Es uno de los miembros del grupo de aventureros del gremio de Sylekha –Trymas.
Valeska : Es uno de los miembros del grupo de aventureros del gremio de Sylekha –Trymas.
Vilnirius : Es uno de los miembros del grupo de aventureros del gremio de Sylekha –Trymas.










I
Habían pasado unas semanas desde que se conformó la nueva hermandad de aventureros cazarrecompensas de Sylekha –Trymas… La esbelta y buena amazona de las pequeñas prendas rojas y blancas se encontraba ayudando a sus compañeros y aldeanos a finalizar la casa del gremio. Un jinete llega en su caballo al hogar de Dyanna Tyris. - Parece que tenemos visitas – les dice la bella Valeska, cuyo oscuro vestido mostraba sus bellas y trabajadas piernas claras de piel. La bella amazona atisba al hombre que desmonta de su animal de pelaje marrón, y luego le dice: ¿Que asuntos te trae a Sylekha, forastero?. Vengo a buscar a la famosa amazona Dyanna Tyris, para contar con sus servicios. Dirás; ¿qué vienes a buscar contratar los servicios de los aventureros de Sylekha –Trymas?, ¿es esto correcto?, le pregunta Akanán. El hombre del ropaje de cuero y sandalias del mismo material le asiente, y luego le dice: Necesito urgente de sus servicios. Ella se pone al lado del corpulento guerrero de la cicatriz en la mejilla derecha, y le dice al forastero: Bien, hablemos.



II
Ya veo… Ese castillo que mencionas se encuentra en la región sur… y lo resguarda un horrible demonio que utiliza la noche para hacer de las suyas. La amazona de la trusa roja y blanca mira a Akanán, esperando que tome la palabra. No va a haber problemas, ya nos hemos enfrentado a esas asquerosas criaturas en el pasado… en donde perdimos a buenos camaradas, pero al final completamos la misión encomendada… Desde ya te digo que nuestros honorarios para este tipo de misión no son nada bajos mi amigo. No importa lo que nos cueste pagarles, mi señor quien terminó muy mal herido por esas horrendas criaturas me envió para contratarlos, y aquí estoy, para hacerlo. Se los ruego… traigan de regreso a la dulce “Alaisa”, la doncella más buena y pura de nuestro pueblo. Dyanna agarra el hombro izquierdo del hombre del hombro desnudo, y luego le dice: Descuida, mis amigos y yo rescataremos a esa doncella Alaisa, y la regresaremos a su hogar… Vos solo ten fe a nuestro Dios de los cielos y el trueno, y a la hermandad de aventureros de Sylekha –Trymas.



III    
La exuberante guerrera de la piel doradita a causa del sol, estaba sacándole filo a su espada sobre una piedra. El pequeño gnomo que era un experto en eludir trampas de los calabozos, se le acerca por atrás a Dyanna Tyris, y se queda oteando lo que ella hacía con la piedra. ¿Qué cosa estas mirando mi pequeño amigo?, le pregunta ella quien deja de sacarle filo a su arma, y quien sabía que estaba el pequeño gnomo detrás suyo. El pequeño duende del sombrero verde en cuya punta tenía un pompón del color amarillo, se avergüenza un poco por la manera como veían sus pequeños y azules ojos el cuerpo de piel bronceada de la buena amazona, y luego le dice: Estee… me gusta ver como afila su espada la bonita amazona. Ella esboza una sonrisa, por la forma como se había expresado el pequeño compañero de aventuras, y luego le dice: Dime Stingel, ¿ya has tenido antes una misión así?. La pequeña criatura de las verdes ropas le dice: Me uní al grupo del jefe Akanán hace unos meses, y la verdad todavía no he tenido la oportunidad de experimentar una misión como la que vamos a tener. Ella atisba hacia donde estaba el corpulento bárbaro, Vadarán, quien hacia maniobras con su pesada espada… luego mira a la hechicera Valeska, quien tenía la habilidad de invocar fuego en lugares tenebrosos como al que irán a visitar dentro de poco… tierras infestadas por criaturas de la noche que le temen al elemento conocido como fuego.



IV
El líder del grupo se les acerca a sus compañeros y les dice: Muy bien aventureros, las provisiones ya están en el transporte, para los duros días que tendremos… Valeska, el mapa por favor. La bella maga de los largos cabellos plateados despliega el pergamino sobre una mesa de pino. - Aquí es donde se encuentra ese castillo, y aquí, mis amigos, es el lugar en el que tendremos que tener todos nuestros sentidos despiertos, ya que, el lugar es conocido por ser engañoso… y la tumba de muchos,  que se han adentrado a sus pantanosas tierras – les dijo Akanán, quien tenía parado a su mano izquierda al enorme Vadarán, y a su mano derecha a la esbelta amazona. Dyanna Tyris frunce el ceño, apretando ligeramente los ojos, ya que, no le gustaban para nada las criaturas nocturnas que se encuentran en las tierras de “Nordúm”. ¿Te has enfrentado alguna vez a las criaturas de esa ciénaga, mi bella amazona?, le pregunta Akanán. – No… es la primera vez que viajare a esas tierras, para buscar pasarlas… Pero les digo mis buenos aventureros; que sea lo que sea lo que nos espere en aquellas tierras, los aventureros de Sylekha –Trymas saldremos airosos – les dijo la mujer del esbelto cuerpo, quien era como una capitana para ellos.



V
Y así, Dyanna Tyris y sus compañeros de aventuras se dirigían a las peligrosas tierras de Nordúm. Se veía la puesta del sol, y Akanán les dice: ¡Alto! Descansaremos en este lugar… al alba partimos. El clérigo de las faldas color mostaza había traído unas ramas secas para preparar una fogata, y lo hacía acompañado de Valeska, quien también traía consigo algunas ramas. - Miren lo que cazé para cenar – les dijo Dyanna Tyris quien les mostraba una tierna liebre de pelaje castaño, que era agarrada de las orejas con su mano derecha. - ¡Oik! Y miren lo que he conseguido yo – les dijo el pequeño goblin de la cabeza desnuda y piel color canela quien saca de su bolsa de tela varios champiñones. - ¡Perfecto! Saldrá una deliciosa cena, ya que he traído conmigo mis infaltables especias que le van a dar un sabor increíble a nuestra cena – les dijo la bella hechicera de la piel clara y cabellos plateados quien coloca las especias dentro de una cacerola que habían traído en la carreta. Los aventureros del gremio de Sylekha –Trymas estaban sentados rodeando la fogata que calentaba el alimento que olía muy bien. - Mi bella capitana, aquí tiene su ración – le dijo el enorme bárbaro de la aureola de metal en la cabeza quien le entrega un recipiente con la exquisita carne aderezada a la amazona Dyanna Tyris.



VI
Ya era pasada la medianoche, y el grupo de cazarrecompensas estaban durmiendo, para continuar con su viaje a las primeras horas del alba. Una serpiente “camaleón de Vapras” que podía disfrazarse de rama de árbol, se arrastraba con dirección a donde se encontraba la esbelta amazona que dormía de costado. Ella de pronto despierta, y al hacerlo se da cuenta que la cabeza del animal estaba a la altura de su pecho. Un mal movimiento de la bella guerrera hace que la serpiente del color madera, muerda uno de los pechos de la amazona, haciendo que ella pegue un grito de dolor. Sus compañeros se despiertan y ven lo que hacía Dyanna Tyris, quien le aprieta la cabeza al reptil mientras le mostraba sus blancos dientes, para luego quitarle la vida a la criatura viperina. ¿Estás bien, Dyanna?, le pregunta el líder de la expedición, Akanán, quien veía la mano izquierda de su compañera cubriendo el pecho que sangraba. - Déjame ver la lesión – dijo el guerrero quien tenía a su lado a la bella hechicera y al clérigo, quienes observaban erguidos a su compañero y líder. Ella retira su mano de su pecho derecho, y luego le dice a Akanán: La maldita mordió el pezón, y ahí arrojo su veneno. Él quien estaba con los labios separados, ve la angustia en los verdes ojos de Dyanna Tyris, quien estaba cerca de desmayarse… luego apunta su mirada a su derecha, donde estaba el monje de las faldas mostaza, quien le dice: Hay que sacar pronto el veneno de la herida, o ella podría morir.



VII
Vadarán quien estaba erguido y a su espalda de Akanán, le dice al jefe del grupo quien estaba con su cuerpo agachado: ¿Qué pasa líder?, ¿no puedes sacar el veneno de la herida?... en ese caso mejor déjamelo a mí. El guerrero de los azules ojos ve al clérigo esperando le dé una respuesta. - Tu sabes que yo no puedo hacerlo… debes ser tu – le dijo Vilnirius. El guerrero cuya espada se veía guardada en la funda detrás de su espalda, le dice a Dyanna Tyris: Tengo que sacar el veneno, o podrías morir mi amiga. La amazona estaba sudando y sentía que estaba por desmayarse a causa del potente veneno de la serpiente camaleón de Vapras, y luego le dice: No… yo… puedo hacerlo. - Estas en malas condiciones, y tu vida corre peligro… voy a hacerlo así quieras o no Dyanna – dijo Akanán quien luego mira a su izquierda el rostro de preocupación de Valeska. Después de haber sacado el veneno de la herida, Vilnirius le entrega al guerrero unas plantas para que las mastique la amazona. Dáselas, y asegúrate que las ingiera… le ayudaran a combatir la fiebre. Akanán pone las hojas en la boca de la amazona y le dice: Ingiérelas, te ayudaran a recuperarte. – Gracias (…) compañero (…) te debo una – le dijo la bella amazona quien había sufrido una mordedura de serpiente en uno de sus pechos por primera vez en su vida, en sus veinticinco años de edad. - Ahora duerme Tyris, y recupérate pronto – le dijo el guerrero de la cicatriz en la mejilla. La recuperación de Dyanna Tyris duró hasta el día siguiente. Ella, quien estaba dentro de la carreta, se levanta, luego ve que cerca hay un arroyuelo, y decide acercarse para asearse el rostro. La bella amazona de la trusa roja y blanca mira el pecho que había sido mordido ayer por la serpiente, y luego pasa por su mente el rostro de Akanán, quien la salvó de no morir envenenada.



VIII
El pequeño gnomo del sombrero verde y pompón amarillo se le acerca a la amazona que se encontraba de espaldas y en cuclillas, aseándose el rostro. Buenos días Dyanna, ¿Cómo te sientes?. Ella mira a su izquierda a la pequeña criatura de los azules ojos y ropas verdes, y luego le dice: Ya me siento mejor Stingel, gracias por tu preocupación amiguito. Oye por cierto, ¿Dónde nos encontramos?, ¿y cuánto tiempo estuve dormida?. Eres una mujer muy fuerte, mi bonita amazona, te recuperaste muy pronto de la mordida de una camaleón de Vapras… Ahora nos encontramos cerca de llegar a aquella ciénaga… estuviste como un día luchando contra la fiebre. En eso, se le acerca el corpulento guerrero de la melena castaña y cicatriz en la mejilla derecha, y le dice a ella: Veo que ya te sientes mejor. Gracias al Dios de los cielos y el trueno vencí pronto la molesta fiebre… Y a ti, mi buen guerrero, nuevamente gracias por lo que hiciste. Él le asiente con la cabeza, recordando como extrajo el veneno del pezón del pecho derecho de la bella Dyanna Tyris. Dyanna luego les dice: Ahora será mejor que continuemos con nuestra misión… tenemos que rescatar a una doncella que esta cautiva por esas asquerosas criaturas. - Como ordene mi capitana… tendré al equipo listo en unos minutos – le dijo Akanán, quien le hace una leve reverencia con la cabeza, para luego ir a reunir a sus demás compañeros para continuar con el viaje… hacia las tierras de Nordúm.




IX
La bella maga Valeska quien lucía un llamativo vestido negro con purpura le dice a la guerrera de los verdes ojos que acariciaba a su caballo: Me alegra que te hayas recuperado pronto Dyanna, fueron muchas horas de angustia para nosotros mientras viajabas en el transporte, recuperándote de ese mal recuerdo. La bella amazona de los rojizos cabellos le dice: Gracias mi amiga, tu presencia en este equipo es muy importante, sobre todo para lo que encontremos en ese castillo. La bella maga de los verdes ojos le muestra rostro amigable, y luego le dice: Antes de llegar a ese castillo deberemos de pasar aquellas pantanosas aguas en donde nos esperan criaturas que cuidan los dominios de esos vampiros, así que, como dijo Akanán; hay que tener todos nuestros sentidos despiertos cuando estemos ahí. La mujer de la trusa roja y blanca le asiente con la cabeza, luego pone su pie derecho en el estribo, para luego subirse a su animal de pelaje marrón y continuar con su viaje a las tierras pantanosas las cuales divisarían en unas horas. El enorme bárbaro quien como Akanán tenía su espada en su funda detrás de su espalda, se le acerca en su corcel de pelaje negro a la esbelta amazona y luego le dice: ¿Sabes?, tú no eres una mujer ordinaria, venciste la mordedura de una serpiente de Vapras en tan poco tiempo… es un honor cabalgar a tu lado, Tyris Flare. Gracias por esas palabras Vadarán, ahora continuemos con nuestra misión, ya que según la hechicera, dentro de unas horas estaremos llegando a esas tierras que encierran peligro. El enorme bárbaro que media más de dos metros de estatura le hace un gesto con su mano derecha a la mujer de los largos cabellos rojizos, y luego va a liderar las líneas junto con el guerrero que medía un poco más de un metro ochenta de estatura y quien es el líder de la misión hacia las tierras de Nordúm.    



X
Ya estaban cerca de llegar a su próximo destino, los aventureros viajaban ahora en un camino un poco angosto. De pronto, el transporte es atacado por pequeñas criaturas de piel marrón que lanzaban piedras desde lo alto de las empinadas rocas. - ¡Que rayos! ¡Nos atacan! – dijo el más corpulento y alto del equipo de aventureros quien se encontraba en la parte frontal de la carreta al lado de Tyris y Akanán. El monje Vilnirius quien estaba en las riendas de los cuatro caballos, atisba a su izquierda, a lo alto de las rocas, y luego le dice a Grobun quien estaba sentado a su mano derecha: ¡Nos atacan hostiles Goblins!. Una piedra llega alcanzar la cabeza del jefe del grupo de aventureros quien lideraba la empresa, cayendo de su caballo de pelaje gris a los suelos. La bella amazona detiene a su caballo de pelaje marrón, se baja del animal, y va a brindarle ayuda al hombre que la salvó de morir. La bella hechicera mira atrás que el jefe del grupo y Dyanna se encontraban en problemas, y luego le grita al enorme bárbaro que iba veloz en su corcel: ¡Akanán y Dyanna están en problemas! ¡Regresemos!. El enorme bárbaro llega a escuchar lo que le grita la mujer de los plateados cabellos, cuyo bastón lo tenía detrás a su espalda, y cambia abruptamente la dirección de su corcel, hacia donde estaba Dyanna Tyris brindándole ayuda a Akanán, quien yacía con los ojos cerrados.    



XI
Vilnirius trataba de calmar a los cuatro caballos que estaban asustados por las rocas que caían. ¡Oik! Son mi raza, si me dirijo a ellos es posible que nos dejen de atacar. Es muy riesgoso compañero, esa raza es muy hostil, te podrían dañar mi amigo. ¡Oik! Es un riesgo que tengo que correr Stingel. El pequeño goblin de los grandes ojos amarillos se sube en la parte de arriba del transporte, y luego grita en su lengua goblin, esperando cese el ataque hacia ellos. La amazona ve lo que intenta hacer Orhike, quien rogaba con sus dos manos levantadas. Ella eleva una plegaria al Dios de los cielos y el trueno esperando que se detenga el ataque, mientras cuidaba el cuerpo del desmayado Akanán. Valeska estaba al lado del cuerpo de su líder, cubriéndose la cabeza con su cayado mágico, igual que el enorme bárbaro, Vadarán, quien se cubría la cabeza con su ancha espada. Hasta que el ataque se detiene, escuchándose desde las empinadas rocas el lenguaje que utilizan los goblins. ¿Qué ha dicho, Orhike?, le pregunta el enano del yelmo de astas curvadas. - ¡Oik! Mis hermanos, me han creído, y nos permiten pasar estas tierras sin más violencia – dijo la pequeña criatura de la despoblada cabeza, quien derramaba lágrimas. El enano Grobun atisba a Tyris Flare, y le grita: ¡Ya no nos van a atacar!… ¡Subamos a Akanán al transporte y salgamos de sus dominios!.



XII  
La bella amazona atisba arriba de las rocas en donde estaban los goblins quienes se quedaban mirando a los que habían entrado en sus dominios. Luego le pide al enorme bárbaro que cargue el cuerpo de Akanán y lo coloque dentro del transporte. Ella sube a su animal, en eso, ve que el corcel del líder del grupo de aventureros se acercaba hacia la amazona. Tyris acaricia la cabeza del equino, y le dice: Tu amo estará bien, no te preocupes, se encuentra en aquel transporte descansando… Ahora, síguenos. ¿Dónde encontró un animal así?, se pregunta la mujer de la trusa rojo y blanca, quien luego mira a la hechicera. - Es un caballo inteligente el que tiene nuestro líder, como muy pocos que he conocido en mis treinta años de vida – le dijo la mujer de los cabellos plateados y esbeltas piernas, quien sabía la anécdota de como adquirió el equino, su compañero de aventuras, Akanán. El enorme Vadarán se acerca hacia donde estaban Tyris y Valeska. La mujer de los largos cabellos rojizos le pregunta: ¿Cómo se encuentra?. El hombre de la melena negra y aureola de metal en la cabeza le responde: Se recuperará… solo necesita descansar un poco. - ¡Bien aventureros, continuemos nuestro viaje! – les dijo su capitana, Tyris Flare.



XIII
Y ya era pasado el mediodía, y los cazarrecompensas de Sylekha –Trymas habían llegado a las pantanosas y ponzoñosas aguas. Los caballos y el transporte se detienen. El jefe Akanán, quien estaba ahora en la parte frontal de la carreta, junto con Vilnirius y Grobun, se baja del transporte y se dirige caminando hacia donde estaban Valeska, Vadarán, y Dyanna Tyris. - Hasta aquí avanzan los animales y el transporte… desde ahora tendremos que adentrarnos, para pasar estas pestilentes aguas – les dijo Akanán, quien tenía una venda con mancha de sangre en la cabeza. Su caballo de pelaje gris se acerca a su amo, y choca su cabeza con su cuerpo. - Yo también te extrañé mi buen amigo – le dijo el hombre de la venda con mancha de sangre en la cabeza quien acariciaba la cabeza del animal. ¿Crees que puedas continuar con esa lesión?, le pregunta la amazona. Esto no es nada… se necesita más que esto para impedir que pueda completar mi misión con éxito. El enano se asoma dentro de la carreta y les dice a sus compañeros: Desde ahora tendremos que adentrarnos caminando hasta llegar a ese castillo. El gnomo Stingel y el goblin Orhike bajan del transporte y se dirigen dónde estaban Dyanna y los demás aventureros revisando el terreno pantanoso. - Esta parte de la ciénaga se ve que está más firme… y si no me equivoco, por aquí pasaron esas criaturas con forma de hombre con la doncella Alaisa – les dijo la bella maga quien sentía un desagradable olor a putrefacción. ¿Qué piensas?, le pregunta la bella amazona a Akanán. - Tenemos la suerte que aún es de día, ya que los que cuidan este lugar salen al mostrarse la noche… Ahora, procuremos no hacer ruido, y llegaremos pronto a terreno firme – les dijo el líder del grupo de aventureros.



XIV
Después de cerca de una hora, Dyanna Tyris y su equipo de aventureros logran salir del terreno húmedo sucios, y con sus cuerpos oliendo mal. - ¡Santa Dyanna! Necesito un baño urgente – dijo la bella hechicera de la melena plateada. - No eres la única mi amiga, todos necesitamos un baño urgente - le dijo Dyanna Tyris. - Yo solo espero que no contraigamos algún mal después de haber pasado por esas asquerosas aguas, como en aquella vez en donde pescamos un mal a la piel en aquellas tierras de “Tírass”… ¿Lo recuerdas Vilnirius? – le pregunta Grobun. Como no recordarlo mi amigo, estuve rompiéndome la cabeza en poder preparar un emplasto adecuado para combatir con ese mal a la piel. - Mi buen Vilni, puedes curar heridas que sangran, pero no puedes curar una pequeña picazón a la piel – le dijo la exuberante Valeska en forma un poco burlona y de broma. Mujer, no te olvides que utilicé las mejores plantas medicinales para preparar la cura… fue como frustrante para mí no poder hallarla. Dyanna Tyris tenía curiosidad de la anécdota contada por sus compañeros de aventuras que estaban detrás suyo, y luego le pregunta al hombre que tenía delante suyo: ¿Y cómo se la curaron?. El guerrero de los azules ojos y melena castaña hace una mueca sonriendo, y luego le dice: Esa mí querida amiga es una larga historia.  



XV
Todavía no se mostraba la puesta del sol, y los aventureros de Sylekha –Trymas habían llegado al castillo de las criaturas conocidas como “Dágravaz”. Akanán reúne a los aventureros para planear el ingreso al castillo. Bien, por lo que sabemos de las criaturas conocidas como Dágravaz, raptan mujeres vírgenes de las más bellas de las aldeas y pueblos, para realizar con ellas sus satánicos cultos… Así también, sabemos que antes de convertirlas, las humillan en ese lugar de la peor manera… hasta hacerlas con su propia voluntad… aceptar ser convertidas… es lamentable. Los ojos de Valeska y Tyris Flare se llenan de furia, de solo imaginarse como las hacen perder su fe, para las humilladas mujeres aceptar ser iniciadas como una Dágravaz del castillo. A nuestro favor es que aún tenemos luz del día… pero así como encontraremos atrios verdes, también encontraremos cámaras muy oscuras en donde nos espera peligro. La guerrera de la trusa rojo y blanca le dice a Akanán: Pienso que deberíamos dividirnos en dos grupos, tendríamos más posibilidades de encontrar a la chica. Disculpe señorita, yo soy aquí el que tiene experiencia en este tipo de operaciones, así que permíteme decir lo que haremos. - Parece que esa piedra en la cabeza te ha hecho que pienses un poco mejor – le dijo de manera sarcástica la bella amazona. - O tal vez, el de haber sacado el veneno de tu cuerpo – le dijo el corpulento guerrero, mirándola como a quien ve a una mujer que se va a ruborizar por lo dicho. Ella agacha un poco la mirada y se queda cavilando. Él asiente dos veces con la cabeza y luego les dice: Muy bien, está decidido… entraremos unidos. Tyris, tu iras adelante, y nuestra hechicera como última. ¡Andando!    



XVI
La bella doncella Alaisa se encontraba en la cámara del comedor del castillo, ingiriendo su alimento. - Termina tu sopa mi querida Alaisa, o te podrías enfermar si no lo haces – le dijo uno de los Dágravaz, que tenía forma de hombre. - Mi buen “Titus” tiene razón niña… come tu alimento, porque ya te digo; que no te lo pensamos calentar – le dijo una lujuriosa y bellísima mujer de piel pálida, largos cabellos oscuros ensortijados, ojos grises claros, y quien vestía un largo vestido rojo como la sangre. La bella mujer de la blanca piel y quien también tenía ojos grises claros, no le llega a insultar, porque temía que algo malo les pudiese ocurrir a sus queridos ancianos padres. Ella a su pesar, vuelve a mirar el frio plato, cuyo contenido era del color del tomate, pero que definitivamente… no era sopa de tomate. Una de las criaturas nocturnas quien era tan bellísima que la mujer que daba las órdenes, se le acerca sin mover sus piernas a la bella joven de los cabellos como el trigal, y le susurra en su oído izquierdo: “Una vez que nuestros dignos te aplasten un poco tu mente, terminaras lamiendo hasta la última gota de ese plato… eso te lo aseguro, queridita”. - “Natushkha”, deja de molestar a nuestra huésped… Nuestra querida Alaisa terminara comiendo algún día el mismo alimento que nosotros con mucho agrado… y el día en que esté preparada para salir del castillo, lo hará para seguir honrando el hogar de nuestro amo – le dijo la criatura con forma de hermosa mujer, refiriéndose al vampiro mayor, que se encontraba muy lejos… en otra región.




XVII
Los aventureros de Sylekha –Trymas que se encontraban dentro del castillo de los Dágravaz, habían llegado a una cámara llena de trampas. El pequeño goblin, Orhike, pisa una loseta de piedra, activando un mecanismo que hace que enormes hojas afiladas de metal se muevan velozmente a los lados de la cámara. - ¡Santa Dyanna! ¡Tengan cuidado con esas hojas! – les dijo la bella hechicera del esbelto cuerpo y melena plateada. - Buena la que hiciste, Orhike – le dijo el pequeño gnomo del sombrero verde y pompón amarillo. - Mejor busquemos otro camino, ya que por aquí no podremos pasar - les dijo el enorme bárbaro de la aureola de metal en la cabeza. Me temo que este profundo salón es la única vía para adentrarnos hasta la cámara en donde se encuentra cautiva la doncella Alaisa – les dijo Akanán quien tenía empuñando su espada en su mano derecha. - No creo que un truco de magia de vuestra buena Valeska pueda ayudarnos en una situación como esta – les dijo el clérigo de las faldas color mostaza quien veía con sus marrones ojos como se movían con violencia las enormes hojas de metal de izquierda a derecha y viceversa. Dyanna, ¿Qué piensas?, le pregunta el guerrero quien tenía su espada en la mano derecha. Vos lo dijisteis hace un momento, aquella es la única salida, y tenemos que pasarla antes que anochezca. La mujer que tuvo adiestramiento como amazona, pero que terminó convirtiéndose en hechicera del gremio de aventureros de Sylekha –Trymas, les dice: Debe haber un mecanismo en este salón que pueda desactivar todas estas trampas. Luego la bella mujer de los largos cabellos plateados y verdes ojos atisba arriba a su izquierda, luego mira al jefe Akanán, y le dice: Si ésta hechicera no se equivoca, aquel mecanismo que ven mis ojos debería de ser el que desactive todas las trampas de la cámara.



XVIII
El guerrero de la melena castaña sabe que llegar a aquel mecanismo sería imposible para cualquier hombre, luego mira a los más pequeños del equipo de aventureros, y centra su mirada en el gnomo Stingel, a quien le dice: Stingel, debes ser tú el que haga este trabajo, ¿crees poder hacerlo?. Confíen en mí, soy el mejor escalando paredes y desactivando todo tipo de trampas. El pequeño duende del sombrero verde empieza a escalar la larga pared de piedra, teniendo cuidado de las filudas y peligrosas hojas de metal. Después de unos minutos Stingel llega a la parte más alta en donde se encontraba el mecanismo, y lo desactiva. Todas las trampas encontradas en la larga sala del castillo, se empiezan a detener. - ¡Oik! ¡Muy bien hecho Stingel! – le dijo el goblin Orhike. - Muy bien aventureros, encontremos a esa mujer y larguémonos de este castillo – les dijo el líder, Akanán. Ahora los cazarrecompensas llegan a otra sala, la cual estaba totalmente oscura. La bella Valeska balbucea un ensalmo haciendo que la punta de su cayado empiece a resplandecer con más fuerza, iluminando la sala. Mientras caminaban, la amazona tiene un mal presentimiento y se detiene. ¿Qué pasa Dyanna?, le pregunta el guerrero de los azules ojos.  – Akanán, tenemos un problema – le dijo Dyanna Tyris, quien ve a dos enormes siluetas oscuras con ojos rojos que se veían más adelante. El clérigo de los marrones ojos ve el horror que se encontraba a unos metros más adelante de donde se encontraban la amazona y el guerrero, quienes portaban ambos espada en mano. Eran criaturas de las sombras conocidas como “Gárdyzas”. La bella hechicera de las esbeltas piernas reconoce a los dos guardianes que se veían cerca de la salida, y les dice a los aventureros: ¡Son Gárdyzas! Y la única manera de derrotarlas es usando sabiamente el fuego.



XIX
La bella amazona, quien se encontraba al lado del líder del grupo, Akanán, emplea la pirokinesis en su arma de metal, haciendo que la hoja de la espada este ahora llameante. - Espero que algún día me enseñes hacer ese truco con la espada, mi bella amazona – le dijo el enorme bárbaro quien veía la flameante espada de la bella amazona, Tyris Flare. Ella lo mira de soslayo con mirada adusta al corpulento bárbaro, y luego vuelve a centrar su mirada hacia los guardianes de la oscura sala. - Ustedes dos será mejor que se pongan detrás mío – les dijo el enano del yelmo de astas curvadas quien empuñaba su enorme hacha. Stingel y Orhike, por ser los más pequeños del grupo, hacen lo que les dice el experimentado aventurero de los bigotes y barbas rubias. La bella maga del vestido negro con purpura aprieta los ojos, mientras balbuceaba un ensalmo, haciendo que la piedra que se encontraba en la punta de su báculo ahora se ponga llameante. La espada o el hacha eran inútiles ante ese tipo de criaturas oscuras… por lo que tendrían que ser la amazona y la hechicera las que las derroten. - ¡Valeska! ¡Llévala lejos de la puerta! – le grita la bella guerrera de la trusa rojo y blanca, quien evitaba que la oscura criatura pueda acercársele para atacarle. La maga de las esbeltas piernas, hace lo que dice su compañera, y utiliza el fuego que despedía de su cayado para ahuyentar al Gárdyzas. Las enormes criaturas sombrías que median más de dos metros de altura ahora se ponen más agresivos, y empiezan a arrojar ráfagas negras con sus oscuras garras que cortaban el aire y la piel. Una de ellas hiere la pierna derecha de la amazona, y la otra oscura criatura hiere la mejilla izquierda de la bella hechicera, en donde empezaba a brotar el vital líquido rojizo de su rostro. Valeska con mirada seria ahora balbucea un ensalmo haciendo aparecer una pared de fuego que hace retroceder a los guardianes de sombras. Akanán ve que la salida está libre de amenazas, y les dice a sus compañeros: ¡Síganme aventureros!.  



XX
Después de correr por minutos por los pasillos del castillo del gran Vampiro de Nordúm, llegan a un lugar invadido por la luz de la tarde, y en donde se veían jardines llenos de flores de los colores amarillas y lilas. La espada de la guerrera de la aureola de metal en la cabeza ya no mostraba llamas de fuego, igual el báculo mágico de la bella Valeska, en donde ya no se veía fuego que rodease a la piedra de cuarzo. Oigan, ¿no les parece raro tanta tranquilidad en este lugar?, les pregunta el enano Grobun quien veía en las paredes de piedra más de esas pequeñas flores lilas y amarillas. Dyanna Tyris mostraba mirada adusta mientras veía los bien abastecidos atrios de la sala, y le parecía extraño tanta armonía en el lugar. El pequeño goblin, Orhike, toma una de las flores que yacían en el césped, luego la empieza a oler, para luego caer desmayado con su rostro enterrado sobre el verde césped. - ¡Orhike! – dijo el pequeño duende de las ropas verdes quien veía desmayado a su compañero de la cabeza desnuda. - ¡Que rayos! – dijo la bella amazona, quien empezaba a sentir mareos, acompañados de distorsión de la visión. - Las flores son peligrosas… están envenenadas y su fragancia produce las molestias que estamos sintiendo… Debemos salir pronto de estos jardines – les dijo la bella hechicera quien con su mano izquierda se tomaba la frente. El clérigo Vilnirius, cae hincado, producto de los efectos de la fragancia que despedían las agradables flores. Akanán siente los efectos de la misteriosa flor, perdiendo el sentido del tacto, ya no pudiéndose mover. - ¡Akanán! ¡Muévete! – le grita la bella amazona con preocupación en su rostro.  – ¡Dyanna! No perdamos tiempo, esas flores son “Agñugas “, y afectan más a los hombres que a las mujeres… No matan, solo los dejan inconscientes… ya estamos cerca de llegar a la cámara en donde se encuentra Alaisa, carga a Vadarán y salgamos pronto de aquí – le dijo Valeska quien carga en su espalda al guerrero Akanán, quien pesaba menos. Dyanna Tyris hace lo mismo con el  pesado bárbaro Vadarán, quien también sentía los efectos de la planta Agñugas, y lo lleva cargando a sus espaldas. Las dos mujeres salen de los atrios verdes. Los ojos verdes de Valeska miran atrás a los caídos sobre el césped, y luego con Dyanna Tyris continúan con la operación de rescate de la doncella Alaisa.  



XXI
Akanán le dice a la hechicera: Valeska, bájame, ya me siento un poco mejor. De los ocho aventureros que entraron al castillo del gran Vampiro de Nordúm, solo habían quedado cuatro aventureros en pie, para buscar encontrar a la bella doncella Alaisa, para luego ir por los miembros de Sylekha –Trymas que se encontraban por los jardines de las Agñugas, desmayados, para finalmente retirarse del castillo y de las tierras de Nordúm. - Ya falta poco, terminemos con esta misión - les dijo el líder Akanán quien ya se sentía mejor de salud. Los cuatro cazarrecompensas del gremio de Sylekha –Trymas suben los peldaños de piedra que estaban cubiertos por una larga alfombra color carmesí… Hasta que llegan a un salón cuyas puertas estaban cerradas y en cuyas paredes se veían antorchas de fuego que iluminaban el lugar. - Debe de encontrarse detrás de estas puertas – dijo Akanán quien tenía su mano derecha apoyada sobre el portón de cedro, y mirando al enorme Vadarán, quien estaba a su mano izquierda. - Esa puerta no será problema para mi gran espada – le dijo el bárbaro de la aureola de metal en la cabeza quien luego emplea su fuerza para abrir las pesadas puertas de madera. - ¡Que rayos! – se dijo Dyanna Tyris quien veía altares para prácticas de sacrificios, los cuales olían… a sangre. Valeska atisba las escaleras que se encontraban al frente a su derecha que daban a la planta de abajo… luego mira las puertas que se encontraban al final de la cámara las cuales también eran de cedro… y finalmente, apunta sus ojos a su izquierda, en donde habían peldaños de piedra que daban a la planta superior. ¿Por dónde ahora debemos ir?, pregunta Akanán quien luego mira el rostro de la bella hechicera de los cabellos plateados. Cuando ella le iba a dar la respuesta al líder del grupo, Dyanna Tyris les dice: Tenemos desagradable compañía. Los ojos verdes de Valeska miran por toda la sala, luego mira a los verdes ojos de la amazona que le señalaba con la mirada hacia lo más alto del salón.    



XXII
Cuatro Dágravaz se veían boca abajo en su forma de horrendas gárgolas, que los acechaban con esos amarillos ojos. La bella amazona de la trusa roja y blanca agita su espada, haciéndola flamear nuevamente gracias a sus conocimientos de la pirokinesis. Lo propio hace la exuberante hechicera del cayado de madera quien practica un ensalmo con los labios para volver hacer flamear el cuarzo que se encontraba en la punta de su bastón mágico. Uno de los Dágravaz se dirige al grupo de cuatro aventureros, y les dice: Intrusos, no permitiremos que se lleven a la muchacha… ¡Porque este lugar será su tumba!. Dicho eso, las cuatro espeluznantes criaturas vampíricas en su forma de gárgola se lanzan al ataque a buscar morder con sus filudos colmillos a los aventureros de Sylekha –Trymas. La bella amazona hace una movida artemarcialista y golpea con la punta de su calzado la horrenda cabeza de uno de los Dágravaz, que luego cae a los suelos. Dyanna Tyris le muestra los dientes con mirada muy adusta, para luego enterrar su hoja en la frente, para luego sacar la espada y cercenar la fea cabeza de la criatura de la piel de colores grisáceo y purpura. Vadarán tenía dificultades para acertar con su pesada espada al cuerpo de alguna de las tres criaturas aladas que aún quedaban en la sala y que eran más veloces a sus movimientos que hacía con la pesada arma. Akanán va a brindarle ayuda a su amigo, y busca con su arma acabar con otra de ellas. La exuberante hechicera de los largos cabellos plateados vuelve a utilizar fuego para combatir contra sus atacantes, y emplea sus conocimientos cuando fue entrenada como amazona, para poder matar a otra de ellas. - No es posible que las chicas nos dejen en ridículo amigo, ya se bajaron a dos de esos monstruos, y nosotros todavía no acertamos una – le dijo Akanán con espada en mano al bárbaro que tenía protegiendo su espalda con su pesada arma. - Valeska, será mejor que los ayudemos – le dijo Dyanna Tyris confiada y mirando con orgullo a la bella Valeska quien sabía pelear como una… amazona.    



XXIII
Dyanna Tyris vuelve a realizar una movida acrobática ante una de las Dágravaz que se había arrojado hacia su cuerpo. La amazona de las pequeñas prendas vuelve a patear con la punta de su pie la cabeza de la horrenda criatura alada, cayendo aturdida a los suelos, para luego la maga de las esbeltas piernas prender el cuerpo de la criatura de la piel grisácea y purpura. Akanán le grita a la última bestia colmilluda, invitándola con las manos para que vaya a atacarlo. Luego de lanzar un rugido, va a atacar al guerrero del ropaje de cuero marrón y melena castaña, quien esperaba a la criatura alada con forma de gárgola con su espada. El Dágravaz cae violentamente al piso, y luego va velozmente a buscar morder la cabeza de Akanán. El líder del grupo de aventureros bloquea con la hoja de su arma el ataque, teniendo atenazada la hoja de metal por los colmillos de la criatura vampírica en forma de gárgola. Vadarán penetra la espalda de la bestia alada con su enorme hoja, haciendo que el Dágravaz suelte la espada de Akanán, para luego el guerrero de los ojos azules cercenar parte de la cabeza de la criatura, cayendo a los suelos desangrándose y… muerta. - Oye líder, que esa cuente como una a nuestro favor – le dijo confiado el enorme bárbaro de la melena negra y aureola de metal en la cabeza. - Claro mi buen amigo, me parece justo – le dijo el guerrero, quien pasaba por su mente un compañero muerto, quien en vida fue también un enorme bárbaro como Vadarán… y que cayó muerto por una misteriosa enfermedad que habría adquirido después de realizar una peligrosa misión.  



XXIV
Ya se mostraba el ocaso del día, y faltaba poco para que la noche gobierne el castillo del gran Vampiro de Nordúm. Y ahora, ¿por dónde ir, ya que tenemos tres caminos?, pregunta Dyanna Tyris. - No sabría deciros, ya que es la primera vez que irrumpo en este maldito castillo – le dijo Akanán. Hechicera, tú en estos momentos eres la más sabia del equipo, ¿por dónde debemos ir?, le pregunta la bella amazona. La exuberante maga de los ojos verdes apunta con el segundo dedo de su mano derecha y les dice: Creo que por aquella dirección la encontraremos… ahí debería de estar la cámara principal. Dyanna Tyris le dice: Que nuestro gran Dios de los cielos y el trueno te escuche, y sea correcto el camino elegido. - Muy bien está decidido, ¡continuemos aventureros! – les dijo el líder Akanán, quien encabezaba la búsqueda de la bella doncella Alaisa. - Mi Señora, los intrusos han pasado el salón de las ofrendas dándoles muerte a cuatro de los nuestros, y ya están por llegar a esta cámara – le dijo una hermosa criatura en forma de mujer. - Esos malditos han matado a cuatro de los nuestros… debieron haber caído dormidos en los atrios de “Bálmajos”, para luego ir los nuestros por sus cuerpos para que terminen ofrendados a nuestro señor oscuro… lo que significa que hay mujeres muy fuertes entre los intrusos – dijo la hermosa mujer de los ojos grises claros y largos cabellos negros ensortijados, quien le temía a las incorruptas amazonas. De pronto, las puertas empiezan a hacer un sonido estruendoso, para luego caer por los golpes de Vadarán y Akanán. - Así que ustedes son las malditas que se han atrevido a matar a algunos de mis dignos – le dijo la mujer del vestido completamente rojo como la sangre a las dos mujeres que se encontraban en el lujurioso salón iluminado por las velas de los candelabros que se veían por los muros. La bella amazona de los largos cabellos rojizos, quien se encontraba al lado de la exuberante hechicera, mira con mirada adusta a la vampiresa del vestido rojo y mirada lujuriosa quien había alargado la segunda y tercera uña de su mano izquierda, pareciendo ahora éstas dos uñas filudas dagas que estaban debajo del mentón de la bella doncella Alaisa, quien se encontraba débil y… aterrada.      



XXV
Los Aventureros de Sylekha –Trymas se encontraban dentro del castillo de los Vampiros de Nordúm, y ya estaban dentro de la sala principal en donde los vampiros tenían contra su voluntad a la bella doncella, Alaisa, quien era sujetada por la esposa del gran Vampiro de Nordúm, el cual no se encontraba en sus dominios. - ¡Asquerosa criatura, suelta a Alaisa, o te arrepentirás! – le grita Dyanna Tyris. - No intrusos… son ustedes los que tienen que arrojar sus armas y entregarse a nosotros, o de lo contrario mataré a esta mujer ahora mismo – le dijo la criatura vampírica en forma de mujer con sus largas garras apuntando al pecho de la asustada Alaisa. No lo hagas Dyanna, sabes bien lo que nos harán si nos meten en aquella cámara de sacrificios que hemos visto allá atrás. Luego Akanán atisba a la mujer del vestido rojo, y le dice: ¡Ey tú! Podemos llegar a un arreglo… ¿Sabes?, nosotros somos famosos cazarrecompensas, y podríamos hacer negocios con vosotros. ¿Qué estás hablando humano?, ¿Qué nos puedes ofrecer?, le pregunta la criatura en forma de hombre de nombre Titus. El guerrero de la melena castaña mira a la bella hechicera, y luego a las cuatro Dágravaz, y les dice: Negocios… de eso hablo mi estimado. El vampiro de los oscuros cabellos y ojos celestes enarca la ceja izquierda, y le dice: Prosigue, humano. Akanán les dice: Quiero hacer un intercambio… la chica, por esta hermosa y experimentada mujer, quien les podría ser muy útil en sus oscuras reuniones. - Rechazamos tu ofrecimiento querido… nosotros somos muy selectos a la hora de buscar chicas para nuestros rituales… y esa mujer no está en nuestros planes… ¿Titus? – dijo la hermosa criatura de los largos cabellos negros ensortijados, quien luego mira a su secuas, quien media un metro noventa de estatura, y cuya piel era pálida. Ya escuchaste a la Dama “Esteffania”… no nos interesa lo que nos ofreces, humano.



XXVI
La bella Valeska mira asombrada el rostro de Akanán, quien la estaba ofreciendo a los Dágravaz. - Oye tú, pareces un hombre inteligente… mira la hermosa mujer que tendrías solo para ti, si me la intercambias por la chica… Mírala bien – le dijo el guerrero quien tenía detrás suyo a la bella amazona, y a su mano izquierda a la bella hechicera de las esbeltas piernas. El vampiro del oscuro traje se le acerca a la mujer de los largos cabellos plateados, quien lo veía con el ceño fruncido, para luego la criatura en forma de hombre poner su rostro cerca al cuello de ella, mirar su exuberante pecho, y luego darle un par de olfateadas. Titus, ¿Qué cosa estás haciendo?, le pregunta la Dama Esteffania. El hombre de los oscuros cabellos satinados mira de reojo atrás en donde estaba la fuerte Vampiro del vestido rojo, para luego decirle: Solo quería ver más de cerca su exquisito cuerpo… solo eso mi buena Dama. Valeska vuelve a ver con mirada adusta y con el entrecejo fruncido el rostro de Akanán, quien le guiña el ojo izquierdo a la maga de los cabellos plateados. Valeska entiende que algo quiere hacer su compañero de aventuras. ¿Y bien?, ¿qué dicen los caballeros presentes?, ¿les parece un trato justo?, les dijo el guerrero de la melena color castaña y ojos azules quien gesticula con ambas manos hacia donde estaba la maga del atrevido vestido negro con purpura. El espigado hombre del oscuro traje y celestes ojos se le acerca a la Dama Esteffania, y le susurra en el oído derecho: Me gusta la mujer… nos podríamos divertir mucho con ella… ¿no lo cree así, mi Señora?, le dijo Titus, con una mueca sonriendo en sus labios. Ella pone mirada lujuriosa, sabía lo que tenía en la cabeza el hombre a quien ella llama su… digno.



XXVII
¿Y bien?, ¿Qué les parece el canje?, les pregunta el guerrero de la cicatriz en la mejilla derecha. El espigado hombre de los celestes ojos y rostro pálido le susurra a la Dama Esteffania: Una vez que se retiren de esta cámara con la chica, los vuestros iremos tras de ellos, y los dejaremos aprisionados en la mazmorra. Ella le asiente mostrando una mueca sonriendo. Titus mira a su compañero Dágravaz, quien estaba al lado de la hermosa mujer del vestido rojo, quien también tenía forma de hombre, y le hace un gesto con la mirada. Luego ve a Akanán, quien tenía parados detrás de él al enorme bárbaro y a Dyanna Tyris, y le dice: De acuerdo… hagamos el trueque. El Dágravaz de cabellos rubios y cuyos ojos eran del color ámbar, camina con la chica Alaisa, sujetada del brazo izquierdo, hasta llegar a donde estaban erguidos Akanán y Valeska, para luego el Dágravaz entregar a la bella doncella al guerrero de los azules ojos, y tomar en su lugar a Valeska, a quien se la lleva tomada del brazo izquierdo hacia donde estaba parada la esposa del gran Vampiro de Nordúm, quien veía con cuidado el intercambio de mujeres. La Dama Vampiro de la piel pálida achina los ojos mientras veía caminar a Valeska, y se percata que lleva algo en su espalda que la atemorizaba. ¿Qué tiene esa mujer en su espalda?... ¡Eso es un cayado, la maldita es una bruja!. - ¡Valeska! – le grita Dyanna Tyris a su compañera. La maga del atrevido vestido negro con purpura práctica un ensalmo con los labios haciendo que aparezca fuego en el rostro del hombre vampiro de los cabellos rubios, para luego decirle a la Dama Vampiro: No soy ninguna bruja, criatura súcubus… ¡Soy una poderosa hechicera del gremio de aventureros de Sylekha –Trymas!.



XXVIII
¡Dyanna! ¡Llévate a la chica! ¡Nosotros nos encargaremos de estos vampiros!. La orden dada por el líder del grupo de aventureros no es acatada por la bella amazona de la trusa roja y blanca, quien luego apunta su mirada al enorme bárbaro de la trusa marrón, para luego decirle: ¡Protege a Alaisa, nosotros nos encargaremos de esas criaturas!. El bárbaro de la melena negra y aureola de metal en la cabeza escucha la convicción en la voz de la maestra de la espada y jinete de bestias, Dyanna Tyris, y hace lo que le manda. - Muy bien malditas bestias, ¡acaso quieren jugar con fuego! – dijo la bella amazona de la larga melena rojiza quien blande su espada, para luego utilizar la pirokinesis, y hacer arder en llamas la hoja de metal. Valeska balbucea un hechizo para volver hacer arder la piedra de cuarzo que había en la punta de su cayado, para que el fuego rodee la piedra gris y sea empleado sabiamente contra los Dágravaz, quienes le temían al sagrado elemento. El líder del equipo ahora tenía a su mano derecha a la maga del atrevido vestido quien apuntaba su bastón mágico de fuego hacia donde estaban las cuatro criaturas de piel pálida, y a su mano izquierda tenía a la esbelta guerrera de la trusa roja y blanca, quien blandía su llameante espada, y quien mostraba decisión en su mirada. Los Dágravaz se transforman en espeluznantes gárgolas de piel grisácea y purpura, y salen a atacar a los tres aventureros quienes empuñaban sus armas. El fuego que utilizaban las esbeltas guerreras y la espada del líder del grupo de aventureros de Sylekha –Trymas repelen a las criaturas de la noche.



XXIX
Una de los Dágravaz retrocede hacia donde había un círculo rodeado de pilares de piedra, el cual era el lugar donde reposaban las criaturas vampíricas, y luego vuelve a tomar su forma de mujer. Ahora la mujer llamada Esteffania, y quien era la señora del castillo, les dice a los intrusos: ¡Todos ustedes van a perecer ahora mismo!... ¡Mis dignos! ¡Únanse con su ama!. Los bellos ojos verdes de Dyanna Tyris presencian la monstruosidad en la que se habían convertido los cuatro vampiros… Era una enorme y horrenda quimera, de largos cuellos como las serpientes, y cuatro cabezas de gárgolas, las cuales despedían fuertes bufidos. El bárbaro de la aureola de metal había dejado a la bella doncella Alaisa fuera del alcance de los Dágravaz, escondida por una de las columnas de la cámara, y luego va a brindarles ayuda a sus amigos. Esto me gusta, mientras más grandes y monstruosos son… más pesada caerá la bestia por la gran hoja de Vadarán, el bárbaro. - Eso me gusta mi amigo, tu entusiasmo es de un digno aventurero… Es un verdadero honor blandir mi espada al lado tuyo – le dijo el líder del grupo de aventureros, quien tenía su espada echada y sujetada con su mano derecha a la altura de su frente. ¡El primer golpe lo dará el gran Vadarán, bestias!. Dyanna Tyris y la maga del cayado mágico ven como su compañero sale a atacar a la enorme quimera de los ojos rojos. Algo ocurre, los grandes ojos de la horrenda bestia se tornan amarillos, con un verde oscuro en las mismas iris de los ojos. - ¡Santa Dyanna! ¡No puede ser! – dijo Akanán quien veía asombrado como terminó su amigo. Valeska se tapa la boca con su mano izquierda, viendo con ojos aterrorizados como quedó el bárbaro. - ¡Vadarán! ¡¡No!! – grita Akanán quien no daba crédito a lo que veían sus azules ojos. - Maldita bestia, ¡no miren sus ojos o podrían terminar igual que Vadarán! – les grita la amazona de la trusa roja y blanca con el entrecejo fruncido. - Akanán, alejémonos del cuerpo, o lo van a destrozar… es posible que nuestro amigo pueda regresar a su normalidad si el cuerpo no cae hecho pedazos – le dijo la mujer de los largos cabellos plateados. Lo dicho por la maga Valeska le daba esperanzas, para que el enorme bárbaro pueda salir del estado de piedra en el que se encontraba.



XXX
La espeluznante bestia de cuatro gruesas patas, ahora apunta sus ocho ojos hacia el guerrero de la melena castaño quien empuñaba su espada en su mano derecha. - Lamentaras por lo que le hiciste a mi amigo, monstruo… ¡Vengan aquí y terminemos esto! – le dijo el guerrero con el ceño fruncido y mirada seria, quien esperaba el ataque de la bestia de los cuatro largos cuellos de serpiente y cabezas de gárgolas. La bestia vuelve a hacer un fuerte bufido, y luego apunta sus ocho ojos hacia donde estaba el corpulento guerrero de las botas de cuero marrón. Dyanna Tyris tiene un mal presentimiento y le grita a su amigo: ¡Akanán! ¡Retrocede o terminaras en piedra!. Era demasiado tarde, era difícil evitar mirar la mirada que había puesto la quimera, cuyas cabezas se veían quietas, pero sus ojos… no. El guerrero Akanán termina como el enorme Vadarán, convertido como una estatua de piedra. Dyanna Tyris pega un fuerte grito, igual que la exuberante hechicera, para luego ambas ir a atacar con todo a los cuatro Dágravaz en su forma de quimera.



XXXI
¡Valeska! ¡Aleja el cuerpo de Akanán de esa maldita bestia, yo me encargare de acabar con ella!. La bella hechicera y la amazona de la trusa roja y blanca sabían que el oscuro sortilegio que utilizaba la bestia solo afectaba a los ojos del hombre, mas no… a los de la mujer. Luego de arrastrar el cuerpo en forma de piedra del líder del gremio de aventureros de Sylekha –Trymas, la hechicera del atrevido vestido negro con purpura se dirige con su cayado mágico a brindarle ayuda a la bella amazona quien peleaba como toda una fiera, mostrando sus dientes de odio, y una mirada muy adusta en donde parecía que había fuego en sus verdes ojos. Una de las cuatro cabezas de gárgola cae cercenada a los suelos, con el cuello disparando chorros de sangre oscura. Las tres cabezas vuelven a utilizar el oscuro sortilegio, apuntando sus ojos que nuevamente se mostraban amarillos, hacia el rostro de la esbelta amazona de la aureola de metal en la cabeza, pero… sin éxito. Valeska balbucea un ensalmo, para luego de su cayado mágico arrojar fuego hacia las cabezas de la horrenda quimera de las gruesas patas y garras oscuras. La bella guerrera de la piel sudorosa y bronceada cercena otra de las cabezas con su filuda espada, cayendo la sangre del cuello de serpiente de la quimera sobre el esbelto cuerpo de la jinete de bestias. La bestia sabe que no funciona su oscuro sortilegio sobre las mujeres amazonas, y decide retroceder unos metros, para luego volver a adoptar su forma humana. - ¡Malditas amazonas, las vamos a seguir cazando para nuestros dignos!… La Dama Esteffania se retira de este castillo, pero cuando vuelva con mi esposo, el gran Vampiro de Nordúm, vamos a vengarnos de esta profanación que nos han hecho… Titus – le dijo la mujer del vestido rojo a su secuas, a quien ella le llamaba su digno, para luego ambos transformarse nuevamente en su forma de gárgola, y dirigirse hacia la única ventana que había en la espaciosa cámara principal, para finalmente abandonar el castillo.



XXXII
Dyanna Tyris y la hechicera Valeska ven a los dos Dágravaz escapar por la ventana, y luego se dirigen hacia donde estaban los cuerpos petrificados de Akanán y Vadarán. La bella doncella Alaisa se les acerca a ambas mujeres y les dice: ¿Se fueron?. Valeska mira de soslayo a la joven de los rubios cabellos y ojos grises claros, y le dice: Si, por ahora… pero regresaran para vengarse. La amazona frota con su mano derecha el rostro de piedra del hombre que salvó su vida de una peligrosa Camaleón de Vapras, y con tristeza en su mirada le dice a la maga de los largos cabellos plateados: Mi amiga, ¿podrás sacarlo de este estado de piedra?. Ella le asiente con la cabeza, y luego le dice: Ya he hecho esto antes… Así que no te preocupes mi amiga, y ten fe. Le pido al gran Dios de los cielos y el trueno que los traigas de vuelta con nosotros mi buena hechicera. Valeska le muestra semblante amigable, para luego atisbar hacia el cuerpo del líder del grupo de aventureros de Sylekha –Trymas, y se prepara para utilizar un hechizo, para buscar sacarlo de ese lamentable estado. Luego de reiterados balbuceos que hacia la maga del exuberante pecho, Akanán sale de su estado de petrificación, para luego decir: ¿Qué ha pasado?, ¿Y la bestia?. Los derrotamos, y nuestra buena Valeska te sacó del estado de piedra en que te habían dejado esos molestos Dágravaz. El hombre de la cicatriz en una de sus mejillas mira a su derecha el generoso pecho de la hechicera, para luego mirar su bello rostro y decirle: Ya veo… utilizaste aquel hechizo que usaste en aquella misión, ¿verdad mi amiga?. - Así es líder… ahora si me disculpas, tengo que ayudar a nuestro amigo - le dijo la mujer del atrevido vestido quien luego mira a Dyanna, para luego ponerse de pie y dirigirse al cuerpo de Vadarán. La amazona de la trusa roja y blanca se percata que Akanán la miraba de manera… especial. Luego de regresar al enorme bárbaro a la normalidad, la bella amazona Dyanna Tyris y sus compañeros de aventuras abandonan el tenebroso castillo de los vampiros de Nordúm, y con la bella doncella Alaisa se regresan a su hogar, cumpliendo otra peligrosa misión… con éxito.    


Continuara en una Próxima Historia…
capc

Enlace del blog de capc para leer la Historia.
https://la-hermosa-kunoichi-mai-shiranui.blogspot.com/2020/05/historia-de-tyris-flare-la-princesa_28.html
Historia de Tyris Flare – *La Princesa Amazona #3* : "Los Vampiros de Nordúm" Tyris_16

https://herathia-ganand1.activo.mx

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