Historia de Raquel – *La Ninja Americana* #8 : “Una bella Ninja en Paris”
Autor: capc
1.- Cabe señalar que esta es una historia no oficial en donde menciono a un personaje de la desaparecida franquicia Martial Champion (Campeón Marcial) de Konami, asi también, menciono a un reconocido personaje de la popular franquicia de FF-KOF de SNK.
2.- Todos los derechos reservados y demás pertenece(n) a las compañía(s)/persona(s) que crearon a los personajes, imágenes y demás que se mencionan, muestran en estas historias creadas por mi persona.
3.- Son historias que comparto sin fines de lucro, solo para compartir mi arte con las personas que admiran este mundo de las luchas de personajes de videojuegos de peleas.
Personajes/Lugares creados por mi persona:
*Kanazawa; Es el lugar donde queda ubicado el clan ninja de los ancianos que entrenan a Raquel.
Claude Fountain : Es un educado hombre que hace amistad con Raquel en la ciudad de Paris, Francia.
Masakazu Miyuzani : Después de la muerte de los ancianos ninjas, toma el control de los asuntos del clan de artes marciales.
*Kanazawa : Es un lugar que si existe en Japón, y que solo me lo imagino como el lugar donde vive Racheal (Raquel).
Historia de Raquel – *La Ninja Americana* #8 : “Una bella Ninja en Paris”
I
La historia se da por el año mil novecientos noventa y cuatro, en alguna parte de Europa, para ser más exactos en Paris, Francia. En ese agradable lugar se encontraba la exuberante ninja americana. Raquel ya contaba con veinticuatro años de edad, en donde en su corto tiempo participando en torneos ella llega a conseguir el año pasado un logro personal muy importante, ganando el campeonato de Campeón Marcial al temido jefe, Salamander, en donde se entregó al máximo para terminar derrotándolo por muy poco al poderoso artemarcialista quien tiene la habilidad de copiar el estilo de pelea de sus contrincantes. Raquel en ese año de mil novecientos noventa y tres deja en lo alto al clan de artes marciales del pueblo de Kanazawa, Japón, en donde ella fue adiestrada, y cuyo líder es el maestro Masakazu Miyuzani quien había regresado al dojo para hacerse cargo de los asuntos del clan de artes marciales que dejaron los fallecidos ancianos artemarcialistas. La mujer de los grandes ojos azules estaba pensando en inscribirse en un próximo torneo ya que, el dinero se le estaba acabando, y para ella el participar de torneos de artes marciales era como una profesión que no podía dejar de seguir.
II
Ella hablaba un poco la lengua francesa, esto gracias a estudios que siguió un tiempo en la secundaria superior del pueblo de Kanazawa, Japón. La mujer de las grandes caderas quien vestía un buzo azul y una cinta blanca en su frente, llevaba cargando en su espalda su bolsa con sus pertenencias la cual sujetaba con su mano derecha. En eso, atisba en lo alto a la imponente torre Eiffel, que esa mañana se veía grandiosa. Se ve maravillosa, ¿verdad?, le dijo un parisino en su lengua, y quien se encontraba a sus espaldas. Raquel mira de soslayo lo que le dijo el parisino del bigote marrón, entendiendo lo que le dijo, y luego le responde: Así es, es la primera vez que la veo así de cerca… es esplendida. Permíteme presentarme, soy Claude Fountain, para servirte… ¿y puedo saber el nombre de la flor más bella de toda parís?, le dijo el parisino con mucha educación. Ella le responde: Mi nombre es Raquel, y soy artemarcialista. El hombre educado de los grises ojos enarca la ceja izquierda, y luego le dice: Tenía el presentimiento que eras una luchadora o algo parecido. ¿Dedujiste eso, por estos músculos?, le dijo ella mostrándole el bíceps de su brazo derecho con mucho orgullo. Él relampaguea los ojos en dos ocasiones, y luego le dice: No solo por tu hermoso cuerpo el cual está muy bien entrenado, sino también por esa cinta blanca, la cual parece de una karateca.
III
El caballeroso francés le dice: Mi bella dama, ¿me permitís invitarte un café?, sin compromiso y con todo pagado. La guerrera del azul buzo ceñido a la piel le dice: No lo creo, tengo un asunto que tengo que ver… - Ey Raquel, tranquila, es sin compromiso, yo solo quiero conocerte un poco más, ¿Qué dices? – le dijo el educado hombre. De acuerdo, te aceptare el café. ¿Me permites llevar tu bolso?, se ofrece bien respetuoso Claude. Que caballeroso de tu parte… De acuerdo, puedes llevar mi bolso. Al levantar el bolso, el parisino lo siente muy pesado, y se da cuenta que no es una mujer ordinaria. Disculpa, ¿que llevas en esta bolsa Raquel?, le pregunta el francés un poco intrigado. Solo cosas femeninas y un par de objetos para entrenar… ¿Qué?, ¿está muy pesado para ti?. El hombre se avergüenza un poco, porque si bien es cierto era más grande de cuerpo que ella, no tenía el entrenamiento que si tenía la bella ninja americana quien era muy fuerte. Ella vuelve a cargar su bolso, como si no pesasen el par de pesas que llevaba dentro, y luego le dice: Te sigo, mi amigo. Después de unos minutos ambos llegan a un concurrido café parisino, y se ponen a conversar amenamente.
IV
Ya veo, pues déjame decirte mi bella Raquel, que después de la interesante historia que me has contado de tu vida, tengo muchas ganas de practicar alguna disciplina marcial. ¿Sabes? No puedo creer que una mujer tan hermosa como vos este sola... ¿en serio no tienes novio, Raquel?. Ella apunta sus grandes ojos como el zafiro en su taza de café con leche, y se queda cavilando un momento. ¿Estás bien Raquel?. Ella regresa en sí, y apuntándose con el segundo dedo de su mano derecha le dice: ¿Quien, yo?, ¿porque lo dices, Claude?. Es que, pusiste una mirada como de loba solitaria, y pensé que estabas recordando a algún ex novio. - Pues, se podría decir que si – le dijo ella con sus pensamientos en un japonés artemarcialista que conoció en el pueblo de Kanazawa, Japón un tiempo atrás. Oye, ¿y se gana bien como pintor?. Bueno, se tienen sus altas y bajas… no me va muy bien, pero tampoco me va mal en esta profesión… Sabes, tengo mi estudio privado aquí a unas cuadras, y la verdad me gustaría mucho esculpirte en un lienzo, ¿Qué dices?, ¿te gustaría que te haga un retrato?. Ella le responde: Mejor podrías tomarme una foto y tenerla de recuerdo… Lo siento mi amigo, no estoy interesada en un noviazgo, solo podemos ser amigos, solo eso… espero que respetes mi decisión y no te obsesiones conmigo.
V
Ya era cerca del mediodía, y ambos ahora estaban sentados en una banca de un parque. Pero, ¿porque quieres lastimar tu hermoso cuerpo en participar en esos peligrosos torneos de artes marciales?... podrías trabajar no sé, de camarera de algún café. La mujer de la casaca de buzo azul le dice: Es la profesión que mejor desempeño, y la que me ayudará a solventar mis gastos personales. El francés saca su billetera de su pantalón y le dice: Permíteme, tengo este dinero, y quiero dártelo como un apoyo. Los siete billetes que le muestra Claude son rechazados por la exuberante mujer de la cinta blanca en su dorada cabeza, para luego decirle: Lo siento mi amigo, no puedo aceptarte esos billetes… todavía tengo dinero para costear mis gastos en esta ciudad. Yo solo quería ser gentil como amigo, no lo tomes a mal mi bella flor. Hace un momento me dijiste que en el coliseo de la ciudad los domingos organizan campeonatos de luchas informales, y que los peleadores no son muy profesionales que digamos, ¿no es así?. Así es, no son televisados, no son profesionales, y muchos de ellos deben tener problemas mentales… uno llega hace su apuesta por su favorito, y si gana la pelea tu favorito, bien por ti, dinero en tus manos… ¿Estás pensando participar en ese torneo de animales, mi bella Raquel?. Ella le esboza una sonrisa y luego le dice: Así es mi amigo, y tú apostaras a mi favor, y juntos haremos un buen dinero.
VI
Ya se mostraba la puesta del sol, y ambos ahora estaban por un mirador cerca de la popular torre Eiffel. – Vaya, como se nos ha ido el tiempo conversando – dijo Raquel quien veía el sol que empezaba a descender. Claude se queda mirando su deportiva ropa azul ceñida a la piel, la cual le quedaba muy bien, y que resaltaba su perfecto cuerpo bien entrenado de la artemarcialista de los ojos como el zafiro, y luego le pregunta a Raquel: ¿Y tienes donde alojarte?. Ella le responde: Iba a ir a buscar un hospedaje por aquí cerca, ya que me dijeron que hay algunos a precios cómodos por aquella dirección. Tengo una idea, ¿porque no pasas la noche en mi departamento, y mañana domingo vamos al estadio para inscribirte a ese torneo?, ¿Qué te parece la idea?, ¿acaso no es buena?. Ella se queda cavilando un momento. Oye, yo no muerdo… no haremos nada que tu no quieras hacer, ¿de acuerdo mi amiga?. La bien proporcionada mujer de la cinta blanca en la frente después de pensarlo bien le dice: Está bien Claude, te aceptare pasar la noche en tu departamento, pero solo esta noche mi amigo, ¿de acuerdo?. - Me parece bien, mi bella flor – le responde el francés de los grises ojos.
VII
Ya era domingo, Raquel quien había pasado la noche en el sofá de Claude Fountain, abre sus azules ojos y luego le pide el baño a Claude para darse un baño. El correcto hombre que no pudo conseguir que ella pasase la noche en la misma cama, más que tan solo un beso de buenas noches en la mejilla le dice: Claro, entra tu primero. Luego el hombre de los grises ojos en forma un poco de broma le dice a ella: Más bien no te sugiero que uses el cepillo de dientes, ya que es mío y podrías contagiarte gérmenes. Ella asoma su rubia cabeza apuntando su mirada hacia donde se encontraba Claude sentado en su cama, y con rostro alegre le dice: No te preocupes, traje mi cepillo personal. Luego ella cierra la puerta del baño y se prepara para asear su cuerpo. Ya era de tarde, y Raquel y Claude se encontraban dentro del coliseo. La ninja americana veía todo tipo de artemarcialistas en el lugar, pero ella sabía que podía hacer un buen dinero en ese campeonato. Ya está, aposte todo lo que te ofrecí ayer en ti Raquel… Recuerda que no hay premio para el segundo lugar, ¿en verdad quieres hacer esto mujer?. - Ya te lo dije, confía en mí, ese premio será mío al final de la noche, eso te lo aseguro – le dijo la exuberante guerrera quien portaba su traje de combate, con una aureola de metal en su rubia cabeza.
VIII
La noche no podía haberle salido mejor a la experta artemarcialista de los ojos azules como los zafiros… soportó hasta a cinto guerreros que lo dieron todo en el campo, pero que no eran expertos artemarcialistas, y por lo tanto no pudieron derrotar a la ninja que empleó sus mejores técnicas para hacerse con el triunfo y con el dinero. Ella va a reclamar su dinero al sujeto de las apuestas quien estaba rodeado de entusiastas apostadores que la vitoreaban, como de también, de malhumorados perdedores que se lamentaban, y después de recibir su premio se retira con su amigo Claude del estadio. ¿Enserio tienes que irte mi amiga?, le pregunta el pintor quien con ella se encontraban en las afueras del pequeño estadio. Así es Claude, tengo que seguir viajando a lugares y seguir mejorando mis técnicas de combate… hasta llegar algún día a mi destino. El hombre de los cabellos castaños quien veía una magulladura en su nalga izquierda de la mujer del combativo traje, le pregunta intrigado: ¿Y cuál es tu destino?. Ella lo mira de reojo con sus grandes y azules ojos, y luego le responde: Llegar a la cúspide de una montaña… en donde vea a una gran y brillante estrella… y en mi mejor nivel como artemarcialista.… … … Era una noche del año dos mil dos, y en las carreteras de la ciudad de Florida, EE.UU estaba viajando la bella ninja americana en una cabina acoplada a una motocicleta de colores azul con rojo, acompañada del hombre con el que estaba iniciando un noviazgo, y quien para Raquel era como la cúspide de una montaña, con una estrella blanca en su espalda.
Continuara en una Próxima Historia…
capc
Enlace del blog de capc para leer la Historia.
https://la-hermosa-kunoichi-mai-shiranui.blogspot.com/2020/05/historia-de-raquel-la-ninja-americana-8.html