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Historias de Blair Dame – Historia#4 : “Despedida en el Aeropuerto”

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Historias de Blair Dame – Historia#4 : “Despedida en el Aeropuerto”  
   
 


Historias de Blair Dame – Historia#4 : “Despedida en el Aeropuerto”  Blair_22

   

 

Escrito por: capc

1.- Cabe señalar que esta es una historia que no está dentro del canon de los personajes tanto de la Co. ARIKA como de la Co. Capcom.

2.- Todos los derechos reservados y demás pertenece(n) a la(s) compañía(s)/persona(s) que crearon a los personajes, imágenes y demás que se mencionan, muestran en estas historias creadas por mi persona.

3.- Son historias que comparto sin fines de lucro, solo para mostrar mi arte a las personas que les gusta leer historias de personajes del mundo de las luchas de estos videos juegos de peleas.



Personajes/lugares creados por capc:
Lungland : Es uno de los mayordomos de la mansión Dame, enviado por la madre de Blair, para vigilar a su hija.  






Historias de Blair Dame – Historia#4 : “Despedida en el Aeropuerto”



I
El extremadamente fuerte guerrero japonés de la cinta roja en los marrones y oscuros cabellos, y la bella guerrera Blair Dame, se despedían de los aldeanos de Bihar. - Gracias por el alimento y la vestimenta, mi justiciero guerrero, los aldeanos de Bihar se lo agradecen mucho – le dijo una anciana mujer de gastadas ropas, de piel canela y largos cabellos grises amarrados como una trenza, al hombre del karategui blanco quien estaba acompañado de la bella mujer, Blair Dame. Ryu les dice a los ancianos aldeanos: Esto no es nada a comparación de lo que sufre a diario esta gente por el corrupto gobernante de esta aldea. - El muy cobarde prefirió escaquearse, que atendernos, eso es de lo más común en las autoridades corruptas – les dijo la bella mujer de los azules cabellos amarrados como un moño, quien vestía en esta ocasión una camiseta  blanca y elegante, con una gargantilla de cuero oscuro con plata blanca, brazaletes de plata en ambos brazos, y su clásico pantalón blue jeans, bien ceñidos a la piel. El japonés luego atisba al esposo de la anciana mujer, quien con su esposa ayudaban en lo que podían a la gente que más lo necesitaba, y le dice: Confío en que con ese dinero pronto levantaran el albergue solo para la gente honrada que más lo necesita en Bihar. Como se lo dijo mi esposa y yo, señor Ryu, con ese dinero que su bella amiga nos ha ofrecido, podremos hacer el sueño realidad… Nuevamente gracias, y que nuestro gran Dios de los cielos ilumine el camino de ambos. El corpulento guerrero japonés de las pobladas cejas les asiente, y luego les dice a ambos ancianos quienes estaban rodeados de varios niños de piel color canela y de prendas andrajosas: Hasta una próxima oportunidad, hijos de Bihar. Dicho eso, la atractiva mujer del cuerpo exuberante y el hombre del karategui blanco, se retiran de la aldea… caminando. Ryu luego voltea a ver a la pareja de ancianos, quienes le mostraban la palma izquierda y desnuda. El guerrero japonés quien sujetaba su gastado bolso gris con su mano derecha, asiente nuevamente con la cabeza, levanta el brazo izquierdo, y luego da media vuelta para darle el alcance a su bella acompañante quien caminaba por la calzada de tierra.  


II
Ryu y Blair después de estar unas semanas en las pobres aldeas del país de la India, estaban preparándose para abandonar aquellas tierras. Ambos caminaban por la calzada de tierra, con dirección a un paradero en donde puedan tomar un transporte que los pueda dejar en la ciudad más cercana. El guerrero japonés de la cinta roja en la cabeza ve los pies de su compañera quien se encontraba a un metro delante de él, portando un cómodo calzado deportivo de cuero negro, para luego inevitablemente mirar su impresionante y bien trabajado derrier, el cual estaba cubierto por su clásico pantalón azul de vaquero ceñido a su piel, para finalmente ponerse al lado suyo y decirle: En estos días de haber visitado aquellas pobres aldeas, he notado que tu espíritu se ha fortalecido, con buenos sentimientos para con los que más lo necesitan… eres una mujer muy especial. Blair disminuye un poco su caminar, para luego detenerse, luego atisba el rostro del corpulento japonés que tenía a su mano derecha, para finalmente decirle: Te agradezco mucho, por éste mejoramiento a mi persona… pero como te lo dije anoche… ya estoy lista para regresar a los torneos de artes marciales y seguir creciendo como peleadora… ¿Tú me entiendes, verdad?. Claro que si… tu alma de guerrera quiere regresar a su hábitat… es lo que nos hace sentir bien con nuestro espíritu… Es lo que nos identifica en esta vida terrenal, viajar por todo el mundo, y enfrentar a los más fuertes… y en mi caso, ayudar a la gente que más lo necesita del hombre opresor. Ella le muestra rostro afable, con su mano derecha toma la mano izquierda de Ryu, en donde se veían sus trajinados y gruesos dedos, para luego frotarlos, como si los estuviese acariciando, para finalmente mirar el rostro del guerrero japonés y decirle: Nuevamente te agradezco que me hayas ayudado a entrenar mi interior, pero la verdad, no se si algún día termine teniendo ese fuerte lado justiciero que vos tenéis, mi querido fortachón. Ryu acaricia la mano de la peleadora europea, y luego le dice: Pues te diré; por lo que hemos vivido en estos días en aquellas aldeas, vas por un buen camino, Blair, en verdad te lo digo.  


III
Ya se mostraba la puesta del sol, y ambos llegan a un paradero el cual se veía un poco desolado. - Bien, pues por lo que nos dijo aquella pareja de ancianos, el transporte que nos debe de dejar en la próxima ciudad pasa como a estas horas de la tarde – dijo Blair, quien miraba su pequeño reloj de delgada correa de cuero negro. Ryu le asiente con la cabeza, luego le muestra su palma izquierda, pidiéndole le entregue su bolsa de tela oscura, algo que ella hace, para luego el hombre del karategui blanco limpiar con su mano izquierda la banca de madera en donde se sentaría la atractiva europea de los ojos verdes y flequillos azules. Ella le dice: Pero que caballeroso, el apuesto guerrero que emociona mi corazón. El espíritu de Ryu, desde que pernoctó con Blair Dame por primera vez ya fue acostumbrándose a ella, haciendo que él sienta una atracción no solo hacia su bien trabajado cuerpo, el cual se veía casi perfecto, sino también hacia sus buenos sentimientos que brotaban en la bella peleadora que es de utilizar en sus participaciones en torneos de artes marciales un atrevido leotardo blanco. – Ryu – le dijo ella, mostrando sus ojos verdes acompañados de una ligera melancolía. El poderoso japonés que dominaba a la perfección el karate y el judo le dice: ¿Si?, dime, Blair. No quiero separarme de ti… en este tiempo en que hemos viajado juntos, he experimentado algo muy profundo en mi interior… ¿Por qué?, ¿Por qué no seguir viajando juntos?. - Como te lo dije anoche, nuestros destinos se tienen que separar un tiempo… y cuando nos volvamos a encontrar, sabré si eres o no esa mujer con la cual seguir el mismo camino en esta vida terrenal… la montaña ha hablado – le dijo el japonés en alusión a lo que Blair suele decirle en forma de respeto hacia él. Sus verdes y brillantes ojos ahora estaban acompañados de algunas lágrimas que brotaban de tristeza, como también de una agradable sonrisa blanca en donde Blair expresaba alegría… alegría por lo que se había sembrado hasta la fecha entre ambos peleadores callejeros… para finalmente la atractiva mujer de los pantalones de vaqueros ceñidos a la piel decirle: Cuando nos volvamos a ver, lo primero que voy hacer, es hacerte el amor, ¿lo has entendido, mi poderoso tigre?.    


IV
Luego de un par de minutos el guerrero del karategui blanco le dice: ¡Mira! Ahí viene un transporte. Ella atisba hacia la carretera, en donde ve aproximarse un bus, que por su apariencia parecía de la década pasada. Blair sube primero al bus, seguido del poderoso guerrero de los pies desnudos. En el transporte de asientos gastados no había muchos pasajeros, así que ambos guerreros deciden sentarse en el último asiento, con ella sentada al lado de la ventana. En ese momento una canción romántica oriunda de esas tierras, se escuchaba de la vieja radio que emitía una música hindú, la cual estimulaba el sentido auditivo de ambos peleadores. El japonés tenía su fiel bolso de tela gris al lado de sus pies descalzos, y el oscuro bolso de su pareja sentimental, el cual era de una importante marca deportiva, al costado de su pierna izquierda. Luego la exuberante europea oriunda del país de Mónaco, mira el rostro del hombre de la piel áspera, y le dice: ¿Te agrada la canción, mi fortachón?. Él le asiente, acompañado de una mirada de inspiración, y luego le dice: Si, es de mi agrado. Luego él le dice; nuestro destino hacia la próxima ciudad está a una hora y media aproximadamente, podemos aprovechar ese tiempo para contarnos más cosas de nuestro pasado, ¿Qué opinas?. Blair pone una mirada, la cual se veía romántica, y con su blanca y suave mano derecha, la cual estaba sobre la mano izquierda de Ryu, que a su vez descansaba sobre su rodilla izquierda, le pregunta: ¿Y cómo que te gustaría saber de mí?. Bueno, no lo sé, tal vez, tus experiencias sentimentales con otros hombres. Ella sabe que al disciplinado guerrero le gusta la sinceridad, algo que según él hacía muy fuerte el espíritu, y luego de arrojar un suspiro, se le expresa, con la mayor sinceridad posible acerca de sus pasadas experiencias intimas con otros hombres. Después de contarle sus anécdotas sentimentales, Ryu, quien tenía su brazo izquierdo abrazando el cuerpo de Blair, le dice: Sabes, hay un dicho en mi pueblo que dice; que no todo lo que se aprecia a simple vista es lo que parece. Ella le dice: Eso díselo a tu mejor amigo, quien en un primer momento pensó que quería hacerte daño. Ryu, quien frotaba con sus ásperos y gruesos dedos de su mano izquierda el hombro desnudo de Blair, le dice: Cierto, algo que nos enseña; que las apariencias muchas veces nos engañan en un primer momento…  hasta que luego te das cuenta de lo que atesora aquella persona en su interior. Lo último dicho por el japonés hace que ella lo mire con admiración al hombre que le estaba enseñando el rígido camino… de la disciplina.


V
Ya había pasado una hora y media aproximadamente desde que Ryu y Blair habían tomado el viejo bus que los dejaría en la ciudad más cercana, para luego ambos artemarcialistas separarse por un tiempo. Los faroles iluminaban la transitada calle de gente. Luego el fornido peleador de los pies desnudos le dice a su acompañante: Compraré unos diarios en aquel puesto de periódicos, ¿de acuerdo?. Y yo aprovechare para preguntarle a alguien sobre algún hospedaje con sus comodidades por aquí cerca, nos vemos en aquella esquina, mi querido fortachón. Ryu le asiente con la cabeza a la mujer de los azules jeans ceñidos a la piel, y luego se dirige al puesto de periódicos ubicado al final de la esquina. Disculpe buen hombre, me podría decir; ¿dónde se encuentra el hospedaje más caro y cómodo de esta ciudad?. El hombre extranjero de acento francés mira con detenimiento a la mujer que le hizo la pregunta, y luego le dice: Si, permítame;  aquí a tres manzanas se encuentra el hotel más caro de esta ciudad, en donde la comida es muy buena, y se siente mucha tranquilidad y privacidad… se lo recomiendo a la bella dama. Luego el hombre de origen francés, quien estaba  de vacaciones en aquel país, la pone a prueba a la mujer de los cabellos azules y blanca camiseta deportiva, en donde sobresalía su exuberante pecho. Disculpe mi bella dama; ¿le gustaría pasar una agradable noche de placer con éste hombre que se ha quedado totalmente embelesado de su belleza?. Blair pierde la buena impresión que le dio en un primer momento el sujeto de la perfecta dentadura y rubios cabellos, y le responde: Creo que me está confundiendo con una mujer fácil, caballero. El hombre del largo mentón y ojos verdes, quien la veía con mirada fingida, le dice a la mujer de los verdes ojos y brazos desnudos; La verdad, no lo creo mi bella dama… el destino ha querido que usted y yo nos encontremos esta cálida noche, para terminar ambos en el hotel más caro de esta ciudad, con vuestros cuerpos retozando de placentero amor. Ryu, quien había comprado unos diarios de la semana, se le acerca por atrás a la mujer del calzado deportivo y oscuro, y luego le dice: ¿Tiene algún problema ese sujeto contigo, Blair?. Ella lo mira de soslayo al hombre de los pies desnudos, y le dice: No, Ryu, solo me preguntó una dirección, eso es todo. El turista francés presiente que el hombre del kimono blanco y cinta roja en la cabeza, quien acompañaba a la mujer europea, era alguien muy fuerte, y decide retirarse del lugar sin decir nada más. Parecía que ese sujeto quería algo serio contigo por la forma como dirigía su mirada. Ella le esboza una sonrisa, y le dice: Pues es obvio, soy una mujer que entrena mucho en casa, mi querido fortachón…  Ahora, ¿qué te parece si mejor nos vamos a un hospedaje?, ya que estoy muy cansada por el viaje.



VI
Ambos artemarcialistas ya se encontraban en una cómoda habitación del hotel recomendado por el hombre francés quien tenía un interés en la exuberante guerrera, Blair Dame. Ryu pone su fiel bolso de tela gris sobre un sillón de pelaje verde oscuro, y luego mirando a la bella mujer de la blanca piel, le dice: Pasaremos una noche agradable por lo que veo, y mañana iremos a nuestro último destino, antes de separarnos por un tiempo. No sabes cómo extraño los viajes en avión, mi querido fortachón. Lo dicho por su compañera de habitación quien se encontraba sentada en un cómodo sofá de terciopelo verde oscuro y brillante, hace que el corpulento hombre de los cabellos marrones oscuros haga una mueca con los labios, dibujando una sonrisa. El aeropuerto de la ciudad de Nueva Delhi será nuestro último destino, antes de separarnos un tiempo… tiempo que te va a servir para que medites bien todo lo que has aprendido en este corto tiempo en que hemos viajado juntos… ¿lo entiendes?. Ella se levanta del sofá, pasa ambos brazos por el cuello del fornido guerrero de los pies desnudos, para con sensualidad que salía de sus carnosos labios decirle: Lo único que sé, es que me voy a sentir muy solita sin tu compañía… te voy a extrañar mucho. Ryu, quien sujetaba sus bien proporcionadas caderas de la mujer de los ceñidos pantalones de vaqueros, le dice: Yo también te voy a extrañar… pero es necesario que nos tomemos un tiempo… para que organices tus sentimientos, y veas que es lo mejor para ti. - Por cierto; pude notar que había un hombre blanco de rasgos europeos, algo anciano, y bien vestido cuando nos alejábamos de Bihar, y también me pareció verlo en las afueras del aeropuerto de Nueva Delhi antes de visitar aquellas aldeas… ¿sabes quién es el sujeto? - pregunta el hombre de la cinta roja en la frente, un poco intrigado. Ella camina hacia una decorada mesita de cedro, en donde había una botella de vino la cual parecía costosa, con dos copas de vidrio, volteadas y limpias sobre la fina mesa. La mujer de los ojos verdes brillantes se sirve una copa de buen vino, y luego le dice al hombre de los ojos cafés: Debe ser mi querida madre que se preocupa por mí… ella envió a uno de los mayordomos de nuestra casa a vigilarme. El hombre que mencionas debe ser el buen “Lungland”… conoce de artes marciales, y aprendió algo con los instructores que iban a mi humilde casa a entrenarme un tiempo atrás. Ryu, después de mostrar un poco de asombro su rostro, vuelve a cambiar su semblante, el cual se veía reposado, y luego le dice a la bella mujer del generoso pecho: Pensé que me habías contado todo acerca de ti… me dijiste que iban instructores de artes marciales a entrenarte a tu casa, pero nunca me dijiste que tu madre te enviaba mayordomos para vigilarte. Ella le ladea la cabeza a los lados poniendo rostro inocente, y luego le dice: Sera porque nunca me lo preguntaste, mi querido fortachón… además debes saber; que no me gusta que mi madre me vigile con sus fieles mayordomos… es un poco incómodo, ¿sabes?. Él ahora la mira de manera tierna, y le dice: Solo sé, que es una madre que se preocupa mucho por su hija… debes de guardarle mucha estima a tu progenitora. Blair se ruboriza por la manera como la mira el hombre de la mirada tierna, para luego ella asentir con la cabeza.


VII      
Ya era cerca de la media noche, y se escuchan toques a la puerta de la lujosa habitación que había alquilado la bella Blair Dame. - Me imagino que ya terminaste de meditar allá arriba, mi querido fortachón – le dijo ella, quien estaba en pantalones de lycra negra y camiseta purpura, con un poco de sorna. Él le asiente, entra nuevamente a la bien decorada y espaciosa habitación, y luego le dice: discúlpame si es que estabas durmiendo… se me dio por subir a la terraza a entrenar un poco al aire libre antes de irme a dormir. Después de cerrar la puerta blanca y colocar la cadenita, ella le dice: No te preocupes… estaba esperando a que regreses mientras veía una vieja y romántica película francesa, y ya se me estaban cerrando los ojos, hasta que escuché la puerta, y aquí estas, listo para meterte conmigo a la cama. Él le dice: Mejor vayamos a dormir, ya que, ya me dio sueño. Blair da un bostezo, con su mano derecha en su boca, mostrándose un poco somnolienta, para luego con dirección a la espaciosa cama decirle: Te espero en nuestro cálido cuadrilátero. Él hace una mueca sonriendo, mientras se frota con el segundo dedo de su mano izquierda por debajo de la nariz, para luego seguir a la mujer de la ceñida pantaloneta lycra oscura hacia el lecho, para luego finalmente ambos dormir. Y ya se mostraban los rayos del alba, ya era de mañana. La atractiva mujer de los verdes ojos y azules cabellos los cuales no se veían amarrados como un moño, se despierta, no encontrando en la cama al fornido japonés del kimono blanco. Luego apunta su mirada hacia el sofá terciopelado, en donde estaba Ryu revisando los diarios que compró anoche, mientras ingería unas saludables frutas. Ella esboza una sonrisa, se levanta de la cama, y se dirige hacia él. Los brazos de Blair abrazan el cuello del corpulento japonés de los marrones cabellos oscuros, con sus rosados labios pegados a su oído izquierdo de él, para luego ella decirle: Muy buenos días, mi poderoso tigre. Ryu mueve su rostro para su izquierda, encontrando ahora los carnosos y seductores labios de ella pegados a los suyos, para luego corresponder ese afectivo gesto… besándolos. - Veo que ya estas desayunando – le dijo la mujer de la camiseta purpura quien ahora frotaba con su mano derecha la parte izquierda del cuello del poderoso artemarcialista. Él le dice: Las frutas son muy saludables comerlas en las mañanas, y el mejor aliado para un artemarcialista. Voy a darme un baño, y luego me acompañas a tomar mi desayuno, ¿estás de acuerdo, mi querido fortachón?. El hombre de la cicatriz en la espalda le asiente, y luego le dice: De acuerdo, te esperare, para luego acompañarte a tomar el desayuno. Ella le muestra semblante alegre, separa su blanca mano del cuerpo del guerrero del karategui blanco, y se va con dirección al baño. El hombre del gastado ropaje de combate blanco apunta sus ojos cafés hacia el cuerpo bien trabajado de la europea, quien entraba a los servicios higiénicos para asear su cuerpo.      


VIII
Ryu, quien tenía conocimientos de la lengua hindú, vuelve a apuntar su mirada hacia uno de los periódicos que adquirió anoche en un kiosko. Sus pobladas y oscuras cejas relampaguean al ver un artículo en la sección de deportes, en donde se ve a un artemarcialista con un trofeo en sus manos ganado en Norteamérica, país de donde era oriundo el extremadamente poderoso peleador llamado Terry Bogard. Luego el hombre de los ojos cafés se queda cavilando sobre lo que le contó Blair Dame acerca del guerrero americano, quien la ayudó un tiempo atrás a cobrar venganza de unas horrendas criaturas que le dejaron cicatrices en su mente, y con quien ya se había enfrentado en el pasado el otro extremadamente fuerte peleador, oriundo de su natal Japón. Ya era pasado el mediodía, y ambos ya se encontraban en el aeropuerto Indira Gandhi de la ciudad de Nueva Delhi. El bolso oscuro de una popular marca deportiva de la guerrera europea quien lucía una lujosa gargantilla de plata con cuero negro en el cuello, y brazaletes de plata blanca en ambos brazos, se encontraba junto con el gastado bolso color gris del poderoso guerrero japonés, el cual estaba sobre una de las mesas del cafetín del concurrido aeropuerto hindú. Uno de los aviones despega detrás de los vidrios del aeropuerto, teniendo en la escena a Ryu con ambas manos sobre las grandes caderas de Blair, y a ella con sus brazos alrededor del cuello del hombre del karategui blanco, ya despidiéndose. ¿Crees que podrás estar sin mí los próximos días, mi poderoso tigre?. Él le dice: Puedo estar cuarenta días en el cálido desierto, con mi voluntad inquebrantable… y con el pensamiento de que nos volveremos a encontrar, ya sea como amigos… o como rivales… o como lo quiera nuestro destino. Suena un aviso por los altavoces del aeropuerto para los que van a abordar el avión con destino a Francia, en donde la mujer europea haría una escala, para luego regresar a su hogar, Mónaco, en donde la estaba esperando su millonaria madre. - Es mi vuelo – dijo ella, quien ya estaba lista para abordar el avión. – Ve de una vez, o podrías perder tu vuelo – le dijo Ryu. - ¿Eso es todo lo que piensas decirme antes de abordar mi avión? – le pregunta la atractiva mujer quien medía un poco más del metro setenta de estatura. - ¿Ah? – dijo él, quien luego toma la iniciativa para despedirse. El japonés deja caer su gastado bolso gris de su espalda, para luego con su mano derecha la cual ya no estaba ocupada, acariciar el bello y dócil rostro de ella, para finalmente darle un beso de despedida. Los labios del hombre de los ojos cafés buscaban los carnosos labios de la seductora mujer de los ajustados pantalones de vaqueros, los cuales son muy bien correspondidos por ella, volviéndose ahora un beso de despedida en uno de pasión desmedida. Las mejillas de Blair se mostraban un poco ruborizadas, con un brillo especial en su mirada, y acompañadas de una blanca y agradable sonrisa, que mostraba la atractiva peleadora que de cuerpo estaba muy bien proporcionada. Ella luego le muestra lo que hay debajo de su oscura muñequera deportiva, mostrándole ahora una delgada pulsera de plata blanca con cuatro letras grabadas en el preciado metal, el cual fue un obsequio que le dio la esposa del artemarcialista Ken Masters, en su visita a su mansión unas semanas atrás, y luego le dice: Hasta que nos volvamos a encontrar. - ¿Ah? – dijo él, quien veía el obsequio que le entregó Eliza Masters a Blair, aquella vez que visitó a su mejor amigo en su hogar, allá en los EE.UU. Luego uno de los artemarcialistas más poderosos del mundo le muestra su brazo derecho doblado, con el puño cerrado, y lo que había debajo de su muñequera, que en esta ocasión era de un color marrón, en donde se veía la delgada pulsera de plata, con el mismo grabado de cuatro letras el cual encerraba un fuerte significado. Y así, el poderoso guerrero de la cinta roja en la cabeza se despide de ella. El avión donde se encontraba Blair Dame alza vuelo hacia el cielo, teniendo a Ryu detrás de los cristales, mirando la partida de la mujer con la que estaba en una especie de… noviazgo.    


Continuara en una Próxima Historia…
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