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Historias de la Peleadora Ángel – Historia de Angel#3 : “El Angel de South Town”

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Historias de la Peleadora Ángel – Historia de Angel#3 : “El Angel de South Town”
   
 


Historias de la Peleadora Ángel – Historia de Angel#3 : “El Angel de South Town” Angel_29

     

[justify] 
Escrito por: capc

1.- Cabe señalar que esta es una historia que no está dentro de la historia oficial del personaje o personajes del mundo de The King of Fighters, cuyos dueños/creadores son los de la Co. SNK.

2.- Todos los derechos reservados y demás pertenece(n) a la(s) compañía(s)/persona(s) que crearon a los personajes, imágenes y demás que se mencionan, muestran en estas historias creadas por mi persona.

3.- Son historias que comparto sin fines de lucro, solo para mostrar mi arte a las personas que admiran a esta bella artemarcialista muy conocida en la popular franquicia de KOF de la Co. SNK.


Personajes/lugares creados por capc :
Bahradín : Son tierras corruptas donde se esconden bandas como la de los Vipers.
Banda criminal de los Vipers : ubicada en las peligrosas tierras de Bahradín, en South Town.
Miguel : Es un adolescente que se hace amigo de Angel.




Historias de la Peleadora Ángel – Historia de Angel#3 : “El Angel de South Town”


I
Los acontecimientos se dan por finales del año dos mil dos. Eran vísperas de navidad, y en uno de los barrios de la peligrosa ciudad de South Town se encontraba buscando un lugar donde domiciliarse una joven mujer artemarcialista de cabellos blancos recortados, quien vestía unos pantalones jeans rasgados, además de una llamativa chaqueta negra de cuero ajustada a su generoso pecho. Ella se acerca a un edificio de seis plantas en donde estaban alquilando habitaciones y apartamentos. Un anciano de azules ojos y quien estaba con su bastón en la mano derecha atiende a la mujer de la llamativa chaqueta negra y le dice: ¿Si?, ¿Qué desea jovencita?. Ella le sonríe con sus ojos cerrados, y saludándolo con su mano derecha, para luego abrir sus azules ojos y decirle: Estoy interesada en un lugar para alquilar un tiempo. ¿Me podría decir si tiene algo para mí, buen ancianito?. El hombre de avanzada edad después de mirar de pies a cabeza a la exuberante artemarcialista del rostro coqueto, le dice: ¿Eh?, Si, creo tener un lugar apropiado para usted, jovencita... por favor, adelante. Ambos suben por el elevador que los lleva al piso cuatro, en donde había un par de lugares disponibles. Esta es una habitación para una sola persona con su cocina y su baño incluido. Ella abre bien las orbes de sus azules ojos, se queda mirando el lugar, el cual le parecía un poco pequeño, luego atisba al anciano del bastón, y le dice con rostro amigable: ¿Me puede mostrar el departamento libre?. - De acuerdo, por aquí señorita – le dijo el anciano, quien luego cierra con llave la puerta blanca de la habitación, para finalmente caminar con ella por los pasillos del cuarto piso hacia donde se encontraba el departamento desocupado. El anciano de la camisa blanca y pantalones color carmesí ahora abre con otra de las llaves la puerta blanca en donde se veía el número cuatrocientos uno. A ella le gusta lo que ve, ya que, el lugar cumplía las expectativas de la ex agente de la organización criminal, NESTS. El anciano arquea su ceja derecha, mientras se frotaba la barbilla con los dedos de su mano izquierda, y le pregunta a ella: ¿Está pensando domiciliarse en este apartamento con alguien la señorita?. No, que ocurrencia, el lugar es solo para mí… más bien, ¿habrá algún problema si invito a unos amigos, abuelito?. Usted sabe que estamos en un barrio muy peligroso, señorita Angel, y si va a invitar a alguien, solo podrá ser una persona, y así figurara en el contrato de arriendo. Esas son las reglas, señorita… ahora, ¿piensa tomar el apartamento?. ¡Me lo quedo!. Muy buena elección, jovencita, ahora acompáñeme a mi casa para ver el asunto del contrato de arriendo.  



II
Ahora ambos se encontraban por la puerta de entrada del edificio de seis pisos, la cual era de metal grisáceo. Muy bien, aquí tiene su llave. Y por favor, le ruego que no se olvide de cerrar la puerta de la entrada al entrar y salir del edificio, por esto de los robos que son el pan de cada día de los granujas del barrio, sobre todo en las noches, ¿he sido claro, señorita Angel?. La mujer de los mitones de cuero negro sabía que se encontraba en uno de los barrios más peligrosos de South Town, pero eso no le preocupaba mucho, ya que, su bello cuerpo encerraba un secreto. Luego ella le dice al anciano: Descuide anciano, no soy una chica de dejar la puerta abierta cuando salgo de casa… más bien dígame; Y la policía, ¿no hace nada al respecto?. El viejo del bastón y ojos azules saca un bufido de sus fosas nasales, y le dice: No me hables de la policía de South Town, se dice que muchos de los elementos de la policía están corroídos, y cuidan mucho a esos clanes familiares que operan en su jurisdicción. Si usted es de caminar mucho en las calles, sobre todo en las noches, sabe a lo qué se está exponiendo, señorita Angel. Por cierto; ¿esa motocicleta que esta estacionada es suya?. Así es anciano, es mía y solo mía. Pues, tenga cuidado, a esos granujas les gusta robar bicicletas y motos. - Pierda cuidado anciano, soy una mujer muy fuerte, y ninguno de esos delincuentes va a poder robarme mi hermosa motocicleta -  le dijo confiada la exuberante mujer de la chaqueta de cuero negra ajustada, con mucha seguridad y confianza, y con el pulgar de su mano derecha señalando su vehículo motorizado el cual se veía cromado y bien cuidado. El anciano hombre quien le había arrendado el departamento cuatrocientos uno del piso cuatro del edificio de seis plantas, se queda un poco estupefacto por la belleza de la mujer artemarcialista del generoso busto quien era dueña de una ostentosa motocicleta la cual se veía muy pesada de metal. - Bueno anciano, tengo que irme… hasta luego – le dijo Angel, quien se dirige a su vehículo motorizado de dos ruedas, para luego montarlo, para finalmente emprender marcha por las peligrosas calles de la ciudad del sur. Ella esa tarde se encontraba caminando por las calles, por una zona marginada de South Town, la cual no tenía jurisdicción la policía de ese sector, y en donde se veían apelotonados a un grupo de personas que estaban presenciando una pelea callejera. Ella esboza una sonrisa, y se adentra al lugar en donde pensaba hacer un poco de dinero para solventar sus gastos, ya que, había gastado todo el dinero que tenía en el alquiler del departamento, en donde pagó el mes de adelanto, como así figuraba en el contrato que había firmado esa tarde. Angel, quien cargaba su bolso gris en su espalda, se dirige detrás de unos muros en donde se veía todo tipo de grafitis, y se cambia de pantalones, mostrando ahora unos muy atrevidos pantalones azul oscuros, en donde sobresalía su oscura trusa. Luego se dirige hacia donde se encontraban agolpados los hombres que estaban haciendo apuestas de peleas callejeras. Varios hombres empiezan a silbarle y a lanzarle piropos de todo tipo de tonalidades a la artemarcialista de las torneadas piernas y trusa negra, Angel.



III
Una mujer rubia de cuerpo bronceado y entrenado, y a quien se le veían tatuajes en ambos brazos, le dice a la peleadora de los blancos cabellos recortados: Dinos, mi amiga; ¿qué les ofreces a estos hombres?. - Solo les ofrezco mi mejor arte marcial – le responde Angel, quien se apretaba ambos mitones de cuero negro. La mujer rubia quien estaba en sus cincuenta años, reconoce a la artemarcialista que participó en el último torneo de El Rey de los Peleadores, y luego le dice: Muy bien querida, ubícate en el campo que tu encuentro es el siguiente en empezar. Los hombres que habían reconocido a la exuberante peleadora de los blancos cabellos y de peculiar chaqueta de cuero negro, le apuestan su dinero a ella. Su rival, era un hombre grueso de cuerpo y grasiento, cuya especialidad era el pugilismo. La bella guerrera quien tiene un pasado oscuro en la organización de NESTS, era mucho más veloz y ágil que el pugilista de la cabeza calva, que no podía acertar ni un solo golpe en su cuerpo. Ella después de haber jugado con su presa, se prepara para finalizar el encuentro. Angel se mueve veloz apareciendo ahora a sus espaldas del grueso y grasiento peleador, para luego ella dar un gran salto, esquivando el golpe con el brazo derecho del peleador del grueso cuerpo, para finalmente agarrar con ambas manos su cabeza y aplicarle una técnica que hace que caiga a los suelos desmayado. Los hombres que ganaron dinero esa tarde empiezan a gritar su nombre. La rubia de cuerpo bronceado y tatuado le entrega su dinero ganado, y luego le dice: Espero verte más seguido en el horno, mi amiga. Angel le bosqueja una sonrisa y le dice ya yéndose: Ten por seguro que pasaré por aquí para hacer dinero fácil, mi amiga… hasta la vista. Unos tres sujetos de entrenados cuerpos se le desmandan a la exuberante peleadora de las torneadas piernas y trusa negra. Ella juega con ellos con coqueteos, y con gestos que hacía con las manos, pero por su mente no pasaba el de encamarse con alguno de ellos, ya que sentía que la organización criminal que la había manipulado genéticamente un tiempo atrás, y que la había hecho hacer cosas malas a personas en el pasado, pudiera estar haciéndole seguimiento para buscar cobrar represalias contra ella, y por su mente de la mujer del bello cuerpo pasaba; que la puedan agarrar desprevenida aprovechando la debilidad que Angel tiene por la cerveza y la tequila. Uno de los tres sujetos que la habían seguido hasta el mural de coloridos grafitis le dice: Oye, ¿Por qué no te quedas un ratito, mi bella Angel?, te queremos invitar a tomar unos traguitos, ¿Qué dices muñeca?. Angel, quien se cambiaba de atuendo, volviendo a vestir sus rasgados pantalones tipo jeans, se dirige a ellos, y les dice : No lo creo, tal vez en otra ocasión… lo siento, tengo que hacer… hasta la vista. Los tres hombres que eran de frecuentar el horno, también conocido como “el hoyo”, para buscar ganar apuestas de dinero, ven alejarse a la mujer de la llamativa casaca de cuero negro, quien se dirigía al lugar donde había dejado su vehículo motorizado.



IV
Angel había llegado a la calle en donde había dejado su vehículo aparcado, no encontrándolo. Luego atisba de izquierda a derecha, esperando encontrar a alguien que le diga quien o quienes se habían llevado su cromada motocicleta. Desde el segundo piso de un edificio de tres pisos, un joven adolescente de rasgos latinos desde la ventana de su apartamento le dice: ¿El vehículo era tuyo?. La bella mujer de los blancos cabellos recortados atisba con sus azules ojos hacia la ventana en donde se encontraba el muchacho, y le dice: Así es, ¿sabes quién se pudo haber llevado mi motocicleta, amigo?. ¡Miguel! ¡Deja de hablar con esa mujer, o te castigaré!, ¿entendiste?. El adolescente de la piel de color de ligera canela obedece lo que le dice su madre, ya no mostrándose en la ventana. Angel suspira, pone ambas manos dentro de los bolsillos de su llamativa y negra chaqueta, y decide merodear las peligrosas calles del barrio, para indagar. Faltaban unas horas antes de mostrarse la puesta del sol, ahora ella yacía sentada en unas gradas de piedra, mirando un partido de fulbito sobre el piso de cemento en donde se veían a jóvenes jugar a la pelota. El balón de fulbito, el cual tenía medidas inferiores al de un balón de futbol, pasa cerca en donde se encontraba la exuberante artemarcialista de los ajustados pantalones azules rasgados, y de blancos cabellos recortados, quien estaba comiendo de una bolsa de frituras. Ella reconoce al muchacho que iba por el balón, y se dirige a él diciéndole: ¡Oye!, ¿eres el chico de la ventana, cierto?... ¡hola! ¿Puedes venir un momento, por favor?. El balón el cual se veía lleno de tierra estaba a solo unos metros en donde se encontraba sentada Angel. El joven de nombre Miguel, se queda un poco embelesado por la belleza de la mujer quien le saludaba con la mano derecha, y con una sonrisa coqueta. El adolescente de los recortados pantalones deportivos coge el balón, y se acerca con un poco de nerviosismo hacia la artemarcialista de la peculiar chaqueta de cuero negra. ¿Sí?, mande usted señorita. Parece que tú sabes quién se llevó mi querida motocicleta… te voy a agradecer mucho que me digas si sabes quién pudo haber sido, ¿acaso lo sabes, amiguito?. El joven de los marrones ojos y cabellos negros recortados agacha la mirada, ya que, sabía quiénes habían sido, pero tenía temor que pudiesen cobrar represalias contra él y su familia. Me llamo Angel, ¿y tú cómo te llamas amiguito?. Me llamo Miguel, y si se quién es usted, la vi participando en el torneo pasado del Rey de los Peleadores… déjeme decirle que soy un admirador suyo. ¿Entonces me dirás quien se llevó mi motocicleta?. El joven de la camiseta gris vuelve agachar la cabeza, mientras apretaba los labios. - Si agachas así la mirada y no me dices nada, debo suponer que son sujetos que son de hacer cosas malas a los inocentes, ¿o acaso me equivoco, Miguel? – le dijo Angel, quien ahora estaba erguida. El muchacho de los gastados zapatos deportivos, sabía que Angel era una mujer muy fuerte, y por su mente pasaba en decirle; que detrás del robo de su motocicleta había una banda criminal… como muchas que habían en la peligrosa South Town.    



V
Uno de los muchachos que estaban en la canchita de cemento, y que estaban esperando el regreso de su compañero de equipo, le grita: ¡Oye Miguel! ¡Vas a regresar al partido, o te le vas a mandar a esa chica!. El adolescente que estaba al lado de ella encorva el cuello, con su mano izquierda debajo de su nuca, y avergonzado por la manera como se reían sus compañeros y amigos. Ella le dice: Miguel, dame el balón. Él acata lo que le dice la exuberante mujer de la llamativa chaqueta negra. Angel coge el balón con su mano izquierda, y luego le da un potente golpe con su pierna derecha, elevando el gastado balón hacia los cielos. - ¡Wow! ¡El balón no cae! – dijo el adolescente Miguel quien tenía su mirada apuntando hacia los cielos. Todos los muchachos que se encontraban dentro del campo de fulbito, y los espectadores que estaban disfrutando de la cálida tarde, se quedan estupefactos por la fuerza que tenía la peleadora Angel. Después de largos segundos que parecían eternos, el pequeño esférico cae dentro del campo de cemento, y la artemarcialista de los ojos azules les dice: ¡Voy a quedarme con su amigo un momento!. Los que habían escuchado las palabras de la mujer quien fue manipulada genéticamente en el pasado por una organización criminal, se ríen, y otros empiezan a avergonzar a Miguel. ¡Nyah! ¡No sean mal pensados! ¡Solo voy a conversar con él!. Miguel sonríe, por la forma como se dirigía la mujer de los azules ojos a sus compañeros del barrio. Angel luego cambia su semblante por uno amigable, y mirando al adolescente del gastado calzado deportivo, le dice: ¿Qué te parece si hacemos negocios, mi amigo?. ¿Qué, que quiere decir?, le pregunta el muchacho algo sorprendido, mientras miraba la mano derecha de Angel sobre uno de sus pechos. Ella saca del bolsillo izquierdo de la parte del pecho de su chaqueta negra el fajo de billetes que había ganado esa tarde en su visita al horno, luego le muestra un par de billetes, y le dice a Miguel: Te ofrezco este dinero por información, ¿te parece bien el trato?. ¡Super! ¡Con este dinero me podré comprar esa consola de juegos que tanto quiero!. Ella cierra los ojos con rostro alegre, y luego le dice: Muy bien, ahora me puedes decir ¿quiénes son ellos, y donde los puedo encontrar?. Él le asiente con fuerza, muestra mirada seria, y luego le dice: Son los de “la banda de los Vipers”… esos sujetos son de cometer la mayoría de sus crímenes en las noches, y los puede encontrar en el sector sur este, por las tierras de Bahradín, cerca de la fábrica abandonada. Ella con su mano derecha le sacude los negros cabellos al muchacho de raíces mexicanas, le agradece por la información, y luego se va retirando del lugar. Él le dice: Tenga cuidado, saben artes marciales y son muy crueles. Ella lo mira de reojo, mientras esbozaba una sonrisa, para luego decirle: Si me has visto por la televisión, ya debes saber que soy una mujer muy fuerte… esos patanes no podrán atraparme, así que tú tranquilo, amiguito. Ella se retira del lugar, mientras le mostraba su mano izquierda levantada. Angel sabía que los integrantes de la banda de los Vipers tenían su lujosa motocicleta, y estaba pensando esa noche hacerles una visita en sus dominios.  


VI
Ya era cerca de mostrarse la puesta del sol. La peligrosa mujer de los blancos cabellos recortados había hecho algunas compras con el dinero que ganó unas horas atrás en el lugar donde se llevan a cabo peleas callejeras conocido como el horno, para ir abasteciendo de a pocos su apartamento. Una camioneta que había alquilado para traer las cosas, llegaba al edificio de seis pisos en donde estaba su domicilio actual. Los dos hombres que estaban en la parte de atrás de la camioneta gris ven estupefactos como Angel bajaba sin problema alguno la refrigeradora que estaba dentro de su respectiva caja de cartón. Ella se despide moviendo su mano derecha acompañada de una sonrisa coqueta de los hombres que habían acercado sus bolsas del super market a la acera que daba a la entrada del edificio de seis plantas. Ella hace algo peculiar, rompe la caja de cartón, y mete dentro las bolsas con las compras que había hecho en el super mercado, para luego cargar el frigorífico y dirigirse hacia el ascensor. - ¡Santo Cielo! No lo creo – dijo un inquilino del piso cuatro del edificio quien veía estupefacto como la exuberante mujer de los ojos azules salía del elevador cargando con sus dos brazos una refrigeradora de siete pies. Otros curiosos que se asomaban desde la puerta de sus apartamentos, se la quedaban mirando a Angel quien ya se encontraba en la puerta blanca en donde se veía el número cuatrocientos uno. Ella mientras buscaba la llave en el bolsillo derecho de su llamativa chaqueta negra, atisba a su derecha, y les dice a los curiosos: No se me queden así mirando, soy una mujer que come muchas espinacas… ¡enserio!. Luego de dicho eso, ella abre la puerta del departamento e ingresa con las compras que había hecho esa tarde, para luego ir a tomarse un refrescante baño, pero no sin antes dejar instalado su refrigeradora blanca en la cocina, con sus preciadas latas de cerveza dentro del frigorífico. Las adquisiciones que había hecho la artemarcialista que ya tenía experiencia participando del torneo de artes marciales más importante del mundo, consistían; en la nevera blanca, unas latas de cerveza, una bolsa llena de alimentos, en donde se veían algunas frutas y verduras, así también, objetos femeninos de aseo personal y una cómoda manta acolchada de un fuerte color azul. Luego de instalar su nueva refrigeradora en la cocina, se sacude ambas manos en donde se veían esos mitones de cuero negro, y luego decide ir a darse un baño. Angel quien había entrado al cuarto de baño en bragas negras y sujetador deportivo oscuro, se empieza a retirar el sujetador negro, dejándolo caer al suelo. Luego hace lo mismo con su oscura trusa, la cual termina en los suelos, acompañada de una toalla higiénica la cual se veía con un ligero rastro de sangre. Angel ahora entra totalmente desnuda a la ducha, pero con un presentimiento en su interior como si fuese de inseguridad. Ella pone mirada adusta, mueve para su izquierda la perilla de metal, para luego el agua caer disparada sobre su rostro y todo su cuerpo. La peleadora de las torneadas piernas sentía como cuchicheos en su interior, que por momentos se hacían muy molestos, sobre todo cuando aseaba con el jabón que adquirió esa tarde en un supermercado, su bello y bien entrenado cuerpo. - ¿Traidor? – susurra ella, quien luego se dice a si misma; ni que fuera un hombre. Luego a ella le relampaguean los ojos, ya que, se le venían recuerdos de su oscuro pasado, cuando Angel se encontraba trabajando para la organización criminal de NESTS, esto, en el año dos mil uno.



VII    
Angel ahora cierra la perilla de la ducha, y se dice susurrando: “Malditos… Malditos… ¿Qué me han hecho?...”. La mujer del cuerpo desnudo y aseado ladeaba su cabeza mojada a los lados, mientras se tomaba con su mano derecha la frente… un mal recuerdo dentro de las instalaciones de la organización delictiva de NESTS, había llegado a su mente, en donde recuerda a un sujeto que se encontraba dentro de un enorme envase de vidrio lleno de líquido… en donde sobresalía su brazo derecho el cual estaba deforme, como si se tratase de un ser mutante o aberración de la naturaleza. Angel, quien estaba triste por la manera como manipularon el cuerpo del incomprendido hombre mutante a quien le llegó a ofrecer su amistad en el pasado, ahora cerraba sus azules ojos, para luego juntar ambas manos, cerrando los dedos, y encomendarse a una imagen sagrada de una mujer de vestido verde, muy querida y popular en el país en donde nació la exuberante y bella peleadora mexicana. La ligera inseguridad que sentía la mujer del cuerpo desnudo se disipa, para luego ella abrir los ojos y salir de la ducha. Ahora ella sale del cuarto de baño, se dirige hacia donde se encontraba su bolsa de tela gris, y saca de entre sus pertenencias una trusa negra y un sujetador deportivo oscuro. Después de haberse colocado el calzón oscuro, camina descalza hasta la cocina, en donde había dejado instalada su flamante refrigeradora la cual estaba congelando las latas de cerveza de láminas verdes de aluminio. La exuberante mujer del generoso pecho, con su pulgar de la mano derecha abre el seguro de la lata de cerveza, para luego ingerir su alcohólico contenido, y así saciar su sed. Angel saca otra lata de la nevera, y se dirige hacia una de las ventanas de su apartamento. Ella por la ventana ve el ocaso del día, en donde se veía el cielo naranja que luego le daría paso al crepúsculo que despediría el día. Angel ahora da un suspiro, mientras veía el poco tránsito de personas caminar por la peligrosa calle. La ex sicario de la organización NESTS, luego voltea, con su derrier y ambas manos apoyados sobre el borde de la ventana, y con sus azules ojos mirando el espacio en donde estaba pensando poner la cama, que por tener la mente ocupada, se le olvido comprarla. Luego se dice a si misma: ¡Nyah! No tengo sillas ni una cama para dormir… que tonta soy, tengo una bella manta para cama, pero no la cama… pero eso lo solucionaré mañana, ya que esta noche tengo que hacerles una visita a esos malandros y recuperar mi querida motocicleta… ya verán los de esa banda de los Vipers lo que les espera… tendrán un regalo de navidad de la peligrosa Angel que nunca olvidaran.  



VIII  
Y ya eran pasadas las veintitrés horas, Angel se encontraba por las tierras de Bahradín, cerca a una fábrica abandonada. Ahora ella llevaba puesto sus ropas de combate, en donde sobresalía su llamativa y negra trusa. Angel salta una reja sin problemas, cayendo a tierra con su mano derecha apoyada sobre el suelo. - Parece que la reunión es muy libertina para esta gatita, así que les dejaré un cariñoso recuerdo de mi parte, y luego me retiraré en mi querida motocicleta – se dijo la peligrosa peleadora de la trusa negra, quien veía a su izquierda un local en donde se encontraban en una lujuriosa y bulliciosa reunión los miembros de la banda criminal de los Vipers. Angel da otro gran salto, misma ninja, apareciendo ahora en el techo del bullicioso local donde se llevaba a cabo una fiesta. Ella atisba por un traga luz lo que acontecía en el piso de abajo, en donde se veían a cerca de veinte sujetos con ropas de motociclistas y tatuajes en sus brazos, quienes estaban libando cerveza, acompañados de risas y de voluptuosas mujeres de dudosa reputación. Los ojos azules de la experta artemarcialista de los cabellos blancos recortados, llegan a conocer al jefe de la banda de los Vipers, quien se encontraba con dos mujeres… ocupado. - Así que ese sujeto los dirige… ya tendré la ocasión de patearle el trasero – se dijo ella a baja voz, para luego caminar sigilosamente hacia su derecha, para luego dar un nuevo salto acrobático, cayendo a los suelos sin hacer el menor ruido. Más adelante se veía alrededor de unas veinte motocicletas, en donde una de ellas era de la peleadora del peculiar calzado. Ella después de revisar algunas máquinas motorizadas, da con la suya, la abraza como si abrazase un gatito, y se dice a si misma: Ahora les voy a dejar mi regalo de navidad a esos fornicarios. Angel utiliza ambas manos, las cuales estaban cubiertas por sus mitones de cuero negro, para malograr todos los vehículos motorizados que utilizaban los delincuentes para realizar sus atracos. Y dado que ella poseía una fuerza sobrehumana en su entrenado cuerpo, no tenía problemas para dañar las partes importantes de las motocicletas sin hacer mucho ruido. - ¡Listo! Sí que me he ensuciado las manos en hacerles arreglos a sus vehículos – se dijo ella quien se sacudía ambas manos. Un par de sujetos que habían salido un momento de la reunión, se percatan de la presencia de Angel, quien se encontraba de espaldas. - ¡Ey tú! ¿Qué haces aquí? – le dijo uno de los criminales de aliento de alcohol y gafas de cristales pavonados. Angel se da la vuelta, mostrándoles una sonrisa coqueta, para luego con los dos primeros dedos de su mano izquierda correr hacia abajo el cierre de su peculiar chaqueta de cuero negra, para finalmente decirles; Solo salí a tomar un poco de aire, ya que hace mucho calor ahí dentro. El otro delincuente de tatuajes en ambos brazos empieza a esbozar una sonrisa al ver el exuberante cuerpo de la peligrosa Angel, quien les mostraba gentilmente su generoso pecho.



IX
El sujeto de chaleco de cuero negro y gafas de cristales pavonados le dice: Así que eres una de nuestras damas de compañía… Dime mujer; ¿Quién te invitó a la reunión?. ¿Ah?, la verdad no recuerdo, ya que todos los miembros de las víboras son muy parecidos. El otro individuo de tatuajes en los brazos y cabeza desnuda le dice a ella: Espero que después de que hayas terminado de atender a todos nosotros ahí dentro, recuerdes el rostro del miembro que te invitó a la fiesta, de lo contrario te pesará, ¿lo entendiste dulzura?. Ella pone rostro de ingenua, acompañado de una nerviosa sonrisa, para luego decirles: Lo entendí, lo entendí, no se molesten. El criminal de las gafas de cristales pavonados camina rodeándola a Angel, mientras veía su bien trabajado y exuberante cuerpo, para luego poner su rostro cerca al de ella, y darle un par de olfateadas. El miembro de la banda de los Vipers sospecha de ella, y luego le dice a su compañero: ¡Esta mujer nos está mintiendo, es una intrusa!. Ahora los dos sujetos con miradas de pocos amigos se preparan para poner sus manos en el cuerpo de la peligrosa Angel. El hombre de cabeza calva se saca conejos de ambas manos, para luego con su garra derecha apretar el cuello de la bella peleadora del generoso pecho. Pero en eso, ella reacciona, y con la fuerza de su mano derecha daña el brazo del criminal, quien suelta ahora su cuello. ¡Maldita! ¿Qué me has hecho?. Solo separé tu brazo de mi cuello, ya que me lo tenías apretando con tu manota. El otro sujeto se da cuenta que Angel no es una mujer ordinaria, y que su sensual y exuberante cuerpo encerraba mucho peligro. El delincuente de la cabeza despoblada mostraba sus marrones dientes, mientras agarraba con su mano izquierda su brazo lesionado, y le dice a su secuas: ¡Esa perra no es normal!, ¡no dejes que se escape!. Las palabras de su compinche las toma con mucho cuidado el sujeto de gafas de cristales pavonados, quien saca del interior de su chaleco de cuero negro, un arma de cadenas, el cual lo empieza a agitar con su mano derecha, mientras miraba con seriedad a la mujer de los blancos cabellos recortados. Ella se encorva, acompañada de una confiada mueca sonriendo, y con sus manos esperando el ataque del hombre de las cadenas de metal. El peligroso metal que iba con dirección a su rostro, es atrapado por el mitón derecho de la peligrosa mujer de la trusa negra, quien usando su sobrenatural fuerza le arrebata el arma de metal, para luego partir las cadenas ante las sucias miradas de los dos delincuentes que no podían dar crédito a lo que veían sus ojos. Luego ella se mueve con rapidez, no dejándoles que entren a su guarida para pedir ayuda, y los reduce a ambos criminales con sus peligrosas artes marciales. Angel con sus manos tuerce la cabeza de ambos malhechores, quitándoles el conocimiento, mas no sus vidas... yaciendo ahora los dos cuerpos sobre los suelos, desmayados. Luego ella se dirige a su lujosa motocicleta la cual monta, para luego hacer sonar el motor con ambas manos en el manillar del vehículo de dos ruedas, para finalmente luego emprender veloz retirada de los dominios de la peligrosa banda de los Vipers, con regreso al edificio en donde se encontraba domiciliada la bella y peligrosa artemarcialista. Ya era pasada la medianoche, ella sube al cuarto piso, saca la llave de su bolsillo derecho de su chaqueta negra, abre la puerta blanca en donde se veía el número cuatrocientos uno, y se dirige a su cuarto a descansar. Ella despliega una manta azul oscura sobre el piso de su habitación, y antes de acostarse y cerrar sus azules ojos, se dirige a la ventana y contempla a su preciado y pesado tesoro de metal, el cual se encontraba estacionado por la acera, y que había sido recuperado de las corruptas tierras de Bahradín, en donde se encontraban algunas bandas criminales como la de los Vipers, quienes habían recibido una visita inesperada de la mujer quien sería luego conocida en la peligrosa ciudad del sur como… El Angel de South Town.  


Continuara en una Próxima Historia…
capc
Historias de la Peleadora Ángel – Historia de Angel#3 : “El Angel de South Town” Angel013


Historias de la Peleadora Ángel – Historia de Angel#3 : “El Angel de South Town” Angel011

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